EL DÍA DE EUROPA, artículo de José-María Casado Raigón (*)

Tan sólo unos años después de enfrentarse en dos guerras civiles durante la primera mitad del pasado siglo XX, los pueblos de Europa fueron capaces de ponerse de acuerdo para crear el germen de la actual Unión Europea. Tras estas dos grandes guerras llamadas mundiales, pero especialmente europeas, empezó a tomarse conciencia de la necesidad de un acercamiento intraeuropeo, frente a la ola de nacionalismos que se extendía por Europa, con los más negros presagios.
Y un día como hoy, de hace sesenta y tres años, el 9 de mayo de 1950, una Declaración en favor del mutuo entendimiento entre vencedores y vencidos de estas cruentas guerras, va a cambiar por completo el rumbo de la Vieja Europa.
La Declaración pronunciada por Robert Shumann e inspirada en las ideas de Jean Monnet, contenía los elementos básicos que más tarde y con un enfoque global va a permitir ir completando la Unión Europea actual: creación de un mercado común con libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales y, en el horizonte próximo, construir, con todas sus dimensiones, una Federación de Estados Europeos.
La Declaración de 9 de mayo de 1950 no se concibió como un fin en sí mismo, pues los estadistas europeos, al crear la primera comunidad -la CECA-, trataban de trazar una senda pragmática y gradual, por la cual caminar en pos de un horizonte más lejano y de mayor trascendencia: la unión política europea a través de su previa integración económica.
En la actualidad, cuando Europa sufre por doquier serios problemas económicos, afloran conflictos de intereses entre los EE.MM. debidas, en unos casos, al diferente ritmo que cada Estado quiere imprimir al proceso de integración, y, en otros, a la diferente gravedad de los problemas derivados del propio proceso de integración -choques asimétricos-, cuyas consecuencias pueden ser bien diferentes para unas economías u otras. En este segundo caso aparecen las divergencias de intereses entre los llamados países del Norte y del Sur.
Es evidente que un proceso de integración económica -y política y social- como el que lleva a cabo la Unión Europea, compromete cada vez más la soberanía nacional -moneda, hacienda y defensa, básicamente- y los gobiernos y ciudadanos se sienten cada vez más desprovistos de sus antiguos ropajes. En ese nuevo escenario afloran viejas y tristes figuras que, dejados llevar por la posición más cómoda e individualista, podemos clasificar en dos apartados. El primero, formado por aquellos que expresan su supuesta o real contrariedad de manera individual o grupal. Son los llamados, benévola y eufemísticamente, euroescépticos. Tratan de minar el proceso de integración porque, salvo en contadas y respetables excepciones, representan grupos de ignorantes o grupos de interés, que no contribuyen al necesario debate europeo con sus aportaciones. Todo es negado por ellos, nada reconocido.
El segundo grupo, más preocupante y organizado, es el integrado por aquellos que se manifiestan siempre de manera grupal. Son los nacionalistas y populistas que, en un escenario como el europeo que atraviesa lógicas y cíclicas dificultades, tratan de obtener ganancias con su discurso trasnochado y antediluviano a través del que reclutan, en muchos casos, a ignorantes y a algún que otro euroescéptico de corte nacionalista.
Se trata, en este segundo caso, de grupos con intereses predeterminados y tendenciosos que juegan con los intereses de algunos ciudadanos y sacan provecho de un discurso simple y monolítico, ajeno al tiempo y al espacio. Un discurso que alienta una emoción primaria -y cuasi tribal-, más allá de la solidaridad, que debe primar sobre el egoísmo.
A pesar de agoreros y aguafiestas el logro de un espacio económico, social y político europeo en el que sea posible el reparto de los beneficios de la integración a todos los niveles y se minimicen los perjuicios, no es una tarea imposible como se ha venido demostrando a lo largo de los sesenta y tres años de existencia de la Unión.

(*) José-María Casado Raigón es economista y decano del Colegio de Economistas de Córdoba.

NOTA: El artículo se ha publicado hoy en Diario Córdoba. Os incluimos el enlace.

http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/el-dia-de-europa_802431.html

El dia de Europa

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