Hoy peor que ayer, pero mejor que mañana

Mientras más medidas se toman, peor estamos. ¿Por qué? Lo que se supone remedio no es sino aumento de la enfermedad. Sí, es una frase que evoca el famoso dicho. Y, desafortunadamente también sería apropiado parodiar aquel otro con un “hoy peor que ayer, pero mejor que mañana”. Esta es la trayectoria de la crisis ¿económica? y de los resultados de una pésima gestión por parte de políticos y banqueros, de todos, sin excepción alguna. No hace falta ser un experto para asentir ante lo que se afirma en este primer párrafo.

Mucho barniz  y recetas de unos gobernantes estupendos

La radiografía más real y verdadera para un diagnóstico más certero parece hacerse mejor desde fuera (auditorías externas) que desde dentro. Y no es una cuestión de perspectiva, es una cuestión de confianza. Para muestra, las últimas críticas de altos cargos de la UE –durísimas— contra bastantes medidas adoptadas por Rajoy y su gobierno, esas siempre aderezadas con mucha “herencia recibida”, poca iniciativa propia por imposición merkeliana; esas siempre precedidas de un “no nos temblará el pulso” de olor y sabor añejo. Quien lee el Financial Times y la prensa extranjera comprobará que a veces lo que se nos cuenta en los medios españoles parece referirse a otro país.

La mala sangre

España lleva desde la inopia de la etapa de Zapatero acrecentando el drama de miles de familias que sufren el día a día del paro, de no tener un euro y tener que pedir lo más básico, de familias desahuciadas ante la impiedad de los banqueros. Esa es la vida cotidiana de la herida sangrante de España. ¿Y a quién le duele España?  ¿A los que les duele sólo su bolsillo y nos han llevado durante más de una década a un consumismo exacerbado desde su voracidad sin límites? En defensa propia algún día el dolor que se está tragando sin digerir, la indolencia ante el sufrimiento de familias sin casa y teniendo que seguir pagándola a los bancos, la anestesia adulterada que se pretende inocular con las cifras de paro que esconden lágrimas y sufrimientos,  para que nos acostumbremos a todo…, todo ese bolo alimenticio atroz se convertirá en una indigestión social total de repercusiones imprevisibles.

Crisis ¿económica? ¿Cómo y por qué?

Cuando se trata de explicar cómo y por qué hemos llegado a esto, toda una retahíla de causas y efectos hilvanada con argumentos y culpas tienen como fundamento principal la política económica. Sin embargo, esta crisis es mucho más que económica. En el caso de España —que no quiero extrapolar a otros países— otro gallo nos cantaría si nos hubiera visitado Lutero hace siglos, aunque hubiera sido de vacaciones —esto por aludir a una causa más remota—,  o si todos los gobiernos desde 1975 hubieran invertido en sembrar en la sociedad española la cultura del esfuerzo, de la rigurosidad, de emprender, de crear, de hacer las cosas bien hechas, etc., dando ejemplo y no con la “cultura del pelotazo” ¿Nos acordamos? ¿Quiero esto decir que avalo el topicazo de que los españoles trabajan poco o mucho y mal? En absoluto. Pero hay miles de ejemplos donde se comprueba un sistema social viciado de “con IVA o sin IVA”, “bueno, da igual así está bien”, etc. La exigencia ha estado siempre mal considerada. Un poco de autocrítica, por favor.

Europa en su laberinto

La Unión Europea —antes Comunidad Económica Europea— se fraguó mal. Se entró en un club, con una disparidad económica, política y social, que convierte tal denominación en un eufemismo. Un euro alemán, francés, español, griego, eslovaco o estonio no tiene el mismo fundamento, no responden a la misma riqueza, a la misma productividad, etc. Se ha hecho mal el proceso de la “Unión”, muy mal. Cuando la globalización ha tocado los puntos flacos de la economía europea ante un resfriado, con el protagonismo emergente de China y otros países denominados “en vías de desarrollo”, resulta que las defensas han sucumbido y de gripe se ha pasado a pulmonía, y en algunos casos a cáncer, y de cáncer a metástasis….  Para que la Unión Europea  sea realmente “unión” (no es necesario unos “Estados Unidos de Europa”), hace falta que todos los países cedan más soberanía a Europa y una mayor y mejor vertebración de la misma. Ahora toca hilvanar este objetivo con mucha presión y deprisa.

Magníficos gobernantes todos, y listos, muy listos, y casi todos “listillos”, eso sí.

Las próximas semanas y hasta septiembre.

Nos rescatarán, a mí, a ti, a todos. ¿De qué? De nosotros mismos.

El enfermo está muerto, y se va a certificar la defunción con las auditorías externas. Pero saberse se sabe. Bankia no es sino el ejemplo más grueso de la situación del sistema bancario español. Seguro. ¿Problema? Si se pusieran todos los bancos y cajas que tienen problemas a la vez, España, por sí sola, no lo podría digerir. A los ciudadanos se les van suministrando falacias que se van dosificando barnizadas de “información”, porque el enfermo está muerto, y pasará al depósito de cadáveres en breve, donde están Grecia, Portugal e Irlanda, aunque no quepa. ¿Alemania y no sólo ella pueden salvarnos con el dinero del BCE? La pregunta es no sólo si quieren, sino ¿hasta cuándo? ¿Otra vez a ganar tiempo; es decir, a paliar síntomas? Como en los videojuegos, parece que se nos acabaron las vidas. Hay que reiniciar y configurar unos personajes con otras características para luchar en este hábitat. Doloroso, y será más que doloroso para la ciudadanía que no ha tenido culpa de las actuaciones de políticos y banqueros.

¿Saldrá España del euro? Si Grecia nos abre la puerta tras sus elecciones, como ya estaremos más delgados, cabremos por la puerta. España no sólo ha adelgazado sino que tiene el metabolismo bien alterado con la imposición merkeliana que propicia la anorexia.

¿Qué hacer?

O los cambios profundos serios y dolorosos se hacen ahora que hay dolor a raudales o luego no será posible, porque sería inaguantable. Eso sí: háganse con sensatez, bien hechos de una p. vez y con sensibilidad social, nada de pagar millones de euros a los que han hundido los bancos y empresas y desahucian “sin temblarles el pulso” también; nada de que los políticos sigan dando ejemplo poniéndose ellos mismos el sueldo, más dietas, más asistencias, más móviles, más transporte, más… ¡Ya vale! Y de la monarquía, ya hablaremos otro día.

O los ciudadanos reaccionan con rebeldía con actuaciones nuevas, creativas y eficientes o seguimos en el mismo redil. ¿Hacen falta salvadores, guías gurús? Parece que la historia de la humanidad así lo dice, pero no veo yo liderazgo social lo suficientemente fuerte y nítido para que aglutine y canalice el enorme descontento, la impotente rabia y el dolor social.

Con cuatro ideas precisas y que sean compartidas por muchos ciudadanos para actuar en pro de su consecución bastaría. Insisto: no valen las medidas tradicionales como las huelgas, las manifestaciones, etc. porque el sistema político y sus políticos ya están inmunizados contra estas reacciones desde hace tiempo.

En el utópico caso de conseguir dar una respuesta contundente a los políticos, banqueros, ¿qué alternativa seguir? El sistema productivo español necesita ser competente y competitivo. ¿Cómo? Esto da para otro artículo. Ahora simplemente apunto cómo no debe hacerse: reduciendo el gasto en investigación, educación y sanidad.

Y junto a esto, necesario es, por ejemplo, reestructurar la Administración en todas sus manifestaciones geográficas. Hace falta modificar la constitución y quitar y/o modificar diputaciones y otras duplicidades.

Jesús L. Serrano