CONFERENCIA DE MANUEL PIEDRAHITA SOBRE LAS IMPRENTAS DE BAENA EN EL SIGLO XX

Hoy tendrá lugar, a partir de las 19.30 horas, la conferencia «Las imprentas de Baena en el siglo XX», que correrá a cargo de Manuel Piedrahita Toro, miembro del Grupo Cultural Amador de los Ríos. La conferencia se celebrará en la antigua sede de la librería Cañete, situada en la Plaza de la Constitución.

Este acto se incluye dentro de las actividades paralelas programadas por la exposición «Homenaje a José Cañete Melendo, un librero de Baena de los años cuarenta», del artista baenense Pepe Cañete, también miembro del Grupo Cultural Amador de los Ríos.

El cartel ha sido realizado por Pepe Cañete y representa la primera máquina que tuvo la Imprenta Cañete en 1957, una Minerva de tintaje plano y de tres rodillos, para ser accionada a pedal.

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ASTRÓNOMO A LA INVERSA

Asistí a la exposición antológica pero no pude verla
por una sobrevenida urgencia.
Repetí mi visita al siguiente día para ver los cuadros como desde un vuelo.
Paco Ariza añora no haber sido astronauta
para poder contemplar la distorsión de la luz sobre olivares y besanas
y el hastío de las riberas del Marbella.
Como águila luminosa gusta pintar los desastres del sol
y las alianzas desde su centro de Baena.
El gran globo rueda, rebosante, sobre colores de miel,
pirita, sulfuro y verdes terrenales que, cuando en otoño llueve,
visten los rastrojos de las campiñas.
Ariza conoce desde arriba a las piedras,
los silencios rurales que son para él enjambres de luces
de sus infantiles eras.
Los colores avanzan en el cuadro
tal como avanzan las cosechas:
ocres, verdes, amarillos y, de nuevo, ocres.
Sus cuadros son incandescencia de los sueños, suyos,
que mueren en nuestras tierras.

¿Qué es Ariza? ¿Astronauta o albatros que nos sobrevuela?

Desde lo alto ve la tierra como hombre ciego,
mezcla de cánceres, lecho de maravillas, lomo de los vientos.
Sus cuadros no son polvos de reinos muertos
sino vida que se estremece en sueños.

La exposición antológica se hace en honor del color y los silencios.

Sus pinturas son palimpsestos moviéndose sobre las tierras
como prevaricaciones contra los cielos
y se mecen en los aires para pacificar las hierbas.
Sube al cielo con la pretensión de romper el vínculo con la tierra
como si los colores fuesen fuegos celestiales sin violencias.
Sentado en las alturas envejece observando
tierras y silencios y siembras.
Todos sus cuadros son agua fresca que mana de las sierras penibéticas.
Consagración de peñascos paralelepipédicos, unos sobre otros, yertos.
No hay agitación de multitudes sino de colores
ni tampoco agitación de gusanos
ni de zarzas que profanen la vida
ni panes de espelta.
El vuela pero no hay halcones ni abejas.
Puedes imaginar tierras con surcos y ágatas, jaspes,
y granitos de la subbética
porque Ariza es astrónomo a la inversa.
También desde arriba el recorrer de los arroyos,
jinetes en emboscadas, profundos desfiladeros
y su pincel coronando las cosechas.
Yo veo ruptura de promesas.
Paco Ariza pinta desde lo alto
poniendo sus mejillas junto a las estrellas.

José Javier Rodríguez Alcaide
Dedicado a Francisco Ariza Arcas

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