EL PADRÓN MUNICIPAL ELEVA LA POBLACIÓN DE BAENA A 20.358 PERSONAS A 1 DE ENERO DE 2013

El padrón municipal publicado hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha situado la población de Baena en 20.358 habitantes, 92 más de los que se contabilizaban a 1 de enero de 2012. De los 20.358 empadronados, 10.381 son varones y 9.977, hembras. La población de Baena se mantiene por encima de los 20.000 habitantes desde 2004, después de acumular siete años por debajo de este umbral entre 1996 y 2003. La menor cifra en este periodo se registró en 1996, cuando a 1 de mayo de ese año había 18.736 personas en el padrón.

Publicamos a continuación la evolución de la población de Baena desde 1996.

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE BAENA SEGÚN EL PADRÓN

Datos a 1 de enero

AÑO

POBLACIÓN

VARONES

HEMBRAS

2013

20.358

10.381

9.977

2012

20.266

10.329

9.937

2011

21.028

10.654

10.374

2010

20.862

10.527

10.335

2009

20.915

10.589

10.326

2008

21.260

10.950

10.310

2007

21.138

10.971

10.167

2006

20.507

10.409

10.098

2005

20.447

10.371

10.076

2004

20.071

10.073

9.998

2003

19.716

9.792

9.924

2002

19.784

9.819

9.965

2001

19.692

9.758

9.934

2000

19.725

9.758

9.967

1999

19.712

9.750

9.962

1998

20.057

9.912

10.145

1996

18.736

9.275

9.461

(*) A 1 de mayo.

 Padron municipal

LOS MEJORES LIBROS DE 2013 PARA ‘BABELIA’

Como sucede con el ránking de ‘El Cultural’, el suplemento cultural ‘Babelia’, de ‘El País’, selecciona también la novela de Rafael Chirbes, ‘En la orilla’, como el mejor libro de 2013. La clasificación distingue por géneros. Os incluimos el listado de ‘Babelia’:

NARRATIVA EN ESPAÑOL
1. En la orilla. Rafael Chirbes. Anagrama.
2. Intemperie. Jesús Carrasco. Seix Barral.
3. Las reputaciones. Juan Gabriel Vásquez. Alfaguara.
4. Técnicas de iluminación. Eloy Tizón. Páginas de Espuma.
5. El héroe discreto. Mario Vargas Llosa. Alfaguara.

NARRATIVA TRADUCIDA
1. Limónov. Emmanuel Carrère. Traducción de Jaime Zulaika. Anagrama.
2. Canadá. Richard Ford. Traducción de Jesús Zulaika. Anagrama.
3. Mi vida querida. Alice Munro. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Lumen.
4. 14. Jean Echenoz. Traducción de Javier Albiñana. Anagrama.
5. Operación Dulce. Ian McEwan. Traducción de Jaime Zulaika. Anagrama.

POESÍA EN ESPAÑOL
1. Obra completa (1935-1977). Blas Otero. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
2. Escritos en la corteza de los árboles. Julia Uceda. Fundación José Manuel Lara.
3. Insumisión. Eduardo Moga. Vaso Roto
4. Nueva York después de muerto. Antonio Hernández. Calambur
5. Limbo y otros poemas. Ada Salas. Pre-Textos

POESÍA TRADUCIDA
1. Libros proféticos I. William Blake. Trad. de Bernardo Santano. Atalanta.
2. La huella de la mariposa. Mahmud Darwix. Trad. Luz Gómez García. Pre-Textos.
3. Illuminations. Arthur Rimbaud. Trad. de Xoán Abeleira. Bartleby.
4. Serena ciencia. Jorge de Sena. Trad. de Martín López-Vega. Pre-Textos.
5. Poesía completa. Anne Sexton. Trad. de José Luis Reina Palazón. Linteo.

ENSAYO EN ESPAÑOL
1. Todo lo que era sólido. Antonio Muñoz Molina. Seix Barral.
2. Sociofobia. César Rendueles. Capitán Swing
3. Las historias de España. José Álvarez Junco (coord.). Crítica / Marcial Pons.
4. Necesario pero imposible. Javier Gomá Lanzón. Taurus.
5. El futuro es un país extraño. Josep Fontana. Pasado & Presente.

ENSAYO TRADUCIDO
1. Lección de anatomía. Danilo Kis. Trad. de L. F. Garrido y Tihomir Pistelek. Acantilado.
2. 1914. De la paz a la guerra. Margaret MacMillan. Trad. de José A. Vitier. Turner.
3. El laberinto junto al mar. Z. Herbert. Trad. de A. Rubió y J. Slawomirski. Acantilado.
4. Muerte aparente del pensar. Trad. de Isidoro Reguera. Peter Sloterdijk. Siruela.
5. Una historia natural del piano. Stuart Isacoff. Trad. de Mariano Peyrou. Turner.

BIOGRAFÍA EN ESPAÑOL
1. Luis Buñuel, novela. Max Aub. Cuadernos del Vigía.
2. Largo Caballero, el tesón y la quimera. Julio Aróstegui. Debate.
3. Solsticio. José Carlos Llop. RBA.
4. Miseria y compañía. Andrés Trapiello. Pre-Textos.
5. La gran ventana de los sueños. Fogwill. Alfaguara.

BIOGRAFÍA TRADUCIDA
1. Luis Buñuel, novela.Max Aub. Cuadernos del Vigía.
2. Largo Caballero, el tesón y la quimera. Julio Aróstegui. Debate.
3. Solsticio. José Carlos Llop. RBA.
4. Miseria y compañía. Andrés Trapiello. Pre-Textos.
5. La gran ventana de los sueños. Fogwill. Alfaguara.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/20/actualidad/1387537870_757699.html

Cultura

LAS MEJORES NOVELAS DE 2013 PARA LA REVISTA ‘EL CULTURAL’

Os incluimos a continuación el ránking elaborado por la revista ‘El Cultural’, con las novelas más destacadas del año 2013. Los críticos de esta publicación han seleccionado como la mejor novela ‘En la orilla’, de Rafael Chirbes. Ésta es la clasificación:

1. En la orilla. Rafael Chirbes
Anagrama. Barcelona, 2013. 437 páginas, 19’90 euros, Ebook: 10’99 e.

2. La habitacion oscura. Isaac Rosa
Seix Barral, 2013. 248 pp., 18 e. Ebook: 9’99 euros

3. Técnicas de iluminacion. Eloy Tizón
Páginas de Espuma. 163 pp. 16 e.

4. Intemperie. Jesús Carrasco
Seix Barral, 2013. 219 páginas, 16’50 euros. E-book: 9’49 euros

5. El héroe discreto. Mario Vargas Llosa
Alfaguara, 2013. 390 páginas. 19’50 euros

6. Daniela Astor y la caja negra. Marta Sanz
Anagrama, 2013. 267 páginas. 16’90 euros. Ebook: 12’34 euros

7. Los ingenuos. Manuel Longares
Galaxia Gutenberg. 288 pp. 18 e.

8. La sed de sal. Gonzalo Hidalgo Bayal
Tusquets. Barcelona, 2013. 328 páginas, 18 euros

9. Siempre supe que volvería a verte Aurora Lee. Eduardo Lago
Malpaso. 286 páginas, 22 euros

10. Las reputaciones. Juan Gabriel Vasquez
Alfaguara. 117 pp., 17 euros

Os incluimos el enlace para acceder al listado y al comentario:
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/33857/De_cenizas_y_heroes

El Cultural

2013: EL AÑO QUE CELEBRAMOS EL CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE FRANCISCO MARÍA VALVERDE Y PERALES

En las próximas líneas sintetizaremos la conferencia que impartimos el 19 de enero de 2013, bajo la organización del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena y con la colaboración del Grupo Cultural Amador de los Ríos, sobre la figura del militar, escritor e historiador Francisco María Valverde y Perales, fallecido el 7 de julio de 1913.

Por FRANCISCO EXPÓSITO

En las próximas líneas trataremos de sintetizar la importancia de Valverde y Perales para nuestra historia local, el valor y la actualidad de sus investigaciones y por qué hay que recuperar su trayectoria. En Francisco Valverde y Perales encontramos a uno de los baenenses más influyentes de la localidad por la trascendencia que tendría su investigación histórica sobre los orígenes y la evolución de la antigua villa, pero también para descubrir a algunos de los personajes más destacados de la localidad. Su Historia de la Villa de Baena hay que considerarla como una de las grandes obras temáticas de la primera mitad del siglo XX en la provincia. Esta faceta como historiador hay que complementarla además con sus destacadas investigaciones arqueológicas.

Algunos artículos biográficos aparecidos tras la muerte de Valverde y Perales aseguraban que “Paquillo el Molinero”, como era conocido en la época, llegó a los 18 años sin apenas saber leer y escribir. Sin embargo, esta hipótesis hay que descartarla, como se encargará de demostrar José María Ocaña Vergara, que defendió en 1976 una tesis doctoral sobre Valverde y Perales en la Universidad de Granada. Ocaña Vergara aseguró que Valverde y Perales “asistió a la escuela pública y en ella se distinguió desde muy temprana edad por su asiduidad y constancia que lo convirtieron en el modelo de sus compañeros y en la admiración de sus maestros (…). Su afición al estudio aumentó sin cesar y ello indujo a su familia a pensar hacer cuantos sacrificios fueran necesarios para labrar un porvenir mejor a su hijo”. Como solía ser habitual en la época, la cultura autodidacta era determinante en la formación de muchos destacados intelectuales y artistas. Y así sucedió con Valverde y Perales.

Francisco María Valverde y Perales nació en la Plaza Vieja el 1 de octubre de 1848 en el seno de una familia humilde y trabajadora. Fue bautizado en la iglesia de Santa María la Mayor. Asistió a la escuela pública, destacando por su inteligencia y su constancia en los estudios. Compaginó sus estudios mientras ayudaba a su familia en el sustento. En Córdoba intentó continuar su formación mientras trabajaba, aunque no pudo culminar su instrucción, por lo que marchó a Sevilla y después a Cádiz. La falta de medios le llevaron a alistarse en el ejército.

El joven inquieto baenense hubo de superar la resistencia de sus padres para ingresar en la carrera militar, incorporándose al Regimiento de Cantabria el 1 de enero de 1868. Tenía 19 años y poco después marchó a Cuba, donde ascendió en la Guardia Civil. Tras regresar a España, al apaciguarse el primer levantamiento de la isla, Valverde y Perales es nombrado alférez en 1876 por méritos de guerra y al año siguiente, capitán, cerrando el escalafón militar como comandante. Los reconocimientos se le acumularon al futuro historiador, que recibió en 1881 la Cruz de Isabel la Católica y en 1888 la Cruz de San Hermenegildo, entre otras distinciones.

Ya en España, el militar baenense se entregó de lleno a la lectura, la investigación y la escritura. En 1892 estrenó en Toledo su drama Heridas de la honra y en 1900 recopiló Leyendas y tradiciones de Córdoba, Granada y Toledo (Gráficas Cañete la reeditó en 1973 con prólogo de José María Pemán). Al año siguiente sería la villa de Baena quien le reconocería su labor profesional y artística con la rotulación en su honor de la antigua Plaza Vieja o de Abajo.

Rodrigo Amador de los Ríos, en el prólogo de la Historia de la Villa de Baena, hizo hincapié en 1903 en los orígenes humildes de Valverde y Perales al afirmar que había nacido “en modesta y no muy holgada esfera”. Durante su ascenso en el escalafón militar también dedicó su tiempo al estudio de la literatura y la historia. “Aquellos libros, con ansia verdadera devorados por el afán insaciable del joven oficial Valverde, monstráronle horizontes por él nunca vislumbrados, un mundo nuevo y desconocido, cuya conquista ambicionó desde entonces; y Colón de sí propio, a fuerza de prodigiosas energías, supo descubrir en su espíritu secretos no sospechados, tendencias, de que no había tenido asomos nunca; y con el tesoro de cultura acumulado en esta forma, acertó a granjearse concepto lisonjero entre sus jefes, consideración y estima entre sus compañeros los oficiales del ejército, respeto cariñoso entre sus subordinados”, escribirá Rodrigo Amador de los Ríos.

La trayectoria del militar, arqueólogo e historiador baenense fue reconocida en vida, aunque a su muerte alcanzó amplios elogios. Uno de los grandes trabajos de reivindicación lo acometió José María Ocaña Vergara, que presentó en 1976 en la Universidad de Granada su tesis doctoral sobre la obra poética de Valverde y Perales. Ocaña Vergara es uno de los principales investigadores en la figura del historiador baenense. El 12 de mayo de 1971 pronunció su primera conferencia sobre Valverde y Perales, a la que siguieron distintos artículos. En la introducción de su tesis remarcará la importancia del historiador: “Don Francisco Valverde y Perales, ilustre militar, esclarecido poeta y sabio historiador, arqueólogo e investigador, conjuntó los méritos puestos por Cervantes en boca de don Quijote al ensalzar las Armas y las Letras en aquel famoso discurso de la inmortal novela, gloria de la narrativa española y universal”. Ocaña Vergara resaltó su austeridad y sobriedad: “En sus escritos poéticos y científicos, en sus investigaciones arqueológicas, en sus éxitos indiscutibles de los que dan fe las condecoraciones y premios, siempre se destacó por su extrema modestia que seguramente anubló su fama”.

El reconocimiento de Baena, como comentamos anteriormente, le llegó pronto a Valverde y Perales, destacando su capacidad investigadora sobre la historia del municipio. El Pleno municipal del 20 de diciembre de 1901 había tomado el siguiente acuerdo: “Que siendo una obligación moral de los pueblos enaltecer y perpetuar el nombre de sus hijos predilectos, de aquellos que se distinguen por sus virtudes, por su ilustración o por su talento y queriendo hacer justicia a los méritos excepcionales de don Francisco Valverde y Perales, natural de esta villa, pundonoroso militar y correcto escritor, autor de varias obras y que en la actualidad está escribiendo la Historia de Baena, evidenciando su gran patriotismo y el cariño que profesa a su país natal, se varía el nombre de la Plaza Vieja, que en lo sucesivo se denominará Plaza de Francisco Valverde”.

El historiador José Luis Casas, gran conocedor de la historiografía provincial, remarcaba su importancia en 1995 en un artículo publicado en el diario Córdoba: “Valverde y Perales nos mostró el camino para construir una historiografía local diferente a aquella que Domínguez Ortiz califica como “ameno solaz de eruditos sin gran trascendencia ni valor general… (y que) no suelen interesar por su limitada significación más que a los hijos de la localidad respectiva”. Valverde y Perales “mostró el camino para construir una historiografía local diferente” a la simple cronología de acontecimientos, ya que “utilizando documentación muy diversa nos ofrece un análisis histórico muy diferenciado al de la mayoría de obras de la provincia”.

Sus colaboraciones en El Defensor de Baena eran habituales al ir desgranando la historia de la localidad y la biografía de personajes destacados del municipio. En 1901 ya había iniciado sus investigaciones arqueológicas y al año siguiente la Real Academia de la Historia lo nombra miembro correspondiente. En 1903 publicará la Historia de la Villa de Baena, aunque su labor investigadora se verá acentuada a partir de 1904, cuando se retiró del servicio militar y se establece definitivamente en Baena. Entonces, continúa sus excavaciones en el cerro del Minguillar, donde se encontraba la antigua Iponuba.

En 1907 dará a conocer la recopilación de las Antiguas Ordenanzas de la Villa de Baena, otro magno trabajo en el que compila las ordenanzas en vigor durante los siglos XV y XVI. Muy pocos municipios conservan un estudio de este valor en el que se recogen las leyes y ordenamientos dictados bajo el señorío de la Casa de Córdoba en aquellas centurias.

Valverde y Perales recopiló en su libro Leyendas y tradiciones las leyendas de Toledo, Córdoba y Granada, pero también algunas de Baena en las que hace bellas descripciones de la localidad, como la recogida en “La prisión de Boabdil”: “De Córdoba en la frontera/y a Granada ya vecina,/donde la morisca impera,/hay una villa altanera/sobre una fuerte colina. Galas ostenta y primores/de naturaleza y arte…”.
Su única obra de teatro fue Heridas de la Honra, publicada en 1896 en Toledo y que se representó en Baena en 1904 en el Teatro Principal.

Y si importante es su faceta como historiador, no es inferior su trascendencia como arqueólogo. A Valverde y Perales hay que reconocerle su fundamental contribución al reconocimiento del yacimiento arqueológico del cerro del Minguillar, donde se localizaba la ciudad de Iponuba, y en el que encontró destacadas piezas. Esas excavaciones las promovió tras una visita al lugar en diciembre de 1901. Los hallazgos no tardaron en aparecer y el 7 de enero de 1902, acompañado de un labriego baenense, decidió iniciar una excavación en una zona en la que se secaba la siembra al poco de dejar de llover. Un golpe seco de la azada en una piedra provocó que se desprendiera un fragmento de mármol blanco. La retirada cuidadosa de la arena permitió descubrir una estatua de una matrona, a la que le faltaban la cabeza, los brazos y la parte inferior. Muy cerca apareció otra estatua. En esta ocasión era un togado, también sin cabeza ni brazos. La tercera estatua que localizó Valverde y Perales fue una escultura de un niño, con una toga también, y junto a ella una mano con un cetro roto. Valverde y Perales identificó este grupo escultórico como una representación de la pareja imperial Livia y Augusto, junto a su sucesor.

En Valverde y Perales encontramos también la primera persona que reivindicó la importancia del Crismón de Baena al colocarlo en la portadilla de la primera edición de su Historia de la Villa de Baena. El hallazgo del Crismón lo describe Valverde y Perales así: “De otro curioso y reciente descubrimiento, hecho por unos trabajadores en terrenos contiguos a Iscar, vamos a dar noticia a nuestros lectores. Dentro de un antiguo sepulcro hallaron aquellos una cruz de metal fundido, que mide 34 centímetros de alta por 25 centímetros de anchura en los brazos: tiene pendientes de estos el alfa y la omega, primera y última letras del alfabeto griego, anagrama del nombre de Jesucrito, principio y fin de todas las cosas…”. Valverde lo donó en 1902 al Museo Arqueológico. Un nieto de Valverde y Perales, Manuel Cassani, contribuyó, junto a Juan Torrico, a recuperar el crismón de Baena como símbolo de los baenenses. En 1973 encargó en la joyería de Albalá tres crismones de oro. A partir de ese encargo, y con el molde hecho, comenzó a extenderse el interés de los baenenses por esa pieza arqueológica. Juan Torrico Lomeña también impulsaría su importancia al proponer que fuera el símbolo de la Agrupación de Cofradías desde sus inicios en 1977. Después, algunas hermandades asumieron la cruz visigoda y fue adoptada de manera generalizada por la ciudad como símbolo identificativo de lo baenense.

Casi nadie se percató de las escuetas informaciones que sí aparecieron en diarios como El País o Abc en 1993. El robo del crismón parecía ser una leyenda de las que describió Valverde y Perales en 1900. Las ediciones nacionales de los dos periódicos recogían en una columna cómo se había producido el hurto. “Una cruz visigoda, importantísima desde el punto de vista arqueológico aunque de escaso valor económico, fue robada el pasado 6 de julio del Museo Arqueológico Nacional…”, escribía el diario Abc en su edición del 9 de julio. La falta de medidas de seguridad para proteger la pieza que se encontraba en la exposición permanente del museo fueron apuntadas desde el principio. Así, a pesar del tamaño del crismón, 34 centímetros de alto por 26 de ancho, las fuentes consultadas por el diario señalaron que era “relativamente fácil sustraerla, ya que hay gran cantidad de objetos colgados en las paredes y ha podido salir oculta entre unas ropas amplias o envuelta en un jersey o chaqueta”. En el mismo sentido se manifestaba El País el mismo día: “La pieza se exponía sin ningún tipo de protección en un diorama que reproduce un ábside de iglesia visigoda. Al ladrón le bastó con saltar sobre una tarima y coger la cruz (…)”. Este año se cumplen 20 años de la desaparición. En el Museo Arqueológico hay colgada una réplica de la cruz. No se sabe nada del original.

Las excavaciones en el cerro del Minguillar continuaron y los restos siguieron surgiendo. El 15 de septiembre de 1903 apareció una escultura sedente femenina, provista de cornucopia y con la cabeza de Livia. Esta escultura de Livia fue la pieza fundamental de una exposición sobre Roma que se organizó en 2012 en Córdoba y que conserva el Museo Arqueológico de Madrid. Al día siguiente se encontró una escultura acéfala de un joven. Ante la importancia de los descubrimientos se impulsó la Sociedad Arqueológica de Baena, que fue presidida por Valverde y Perales. El 16 de octubre apareció otro togado, partido por la mitad, y un pequeño busto en mármol de una matrona. El historiador baenense inició en diciembre de ese año los trámites para proceder a la venta de las piezas al Museo Arqueológico Nacional. Rodrigo Amador de los Ríos, comisionado del museo, tasó y valoró el conjunto, confirmando el precio solicitado por Valverde y Perales: 40.000 pesetas. Sin embargo, en febrero de 1904, se falseó el informe y se redujo la cifra a 10.000 pesetas, más 1.500 pesetas en gastos de transporte y de instalación. Ese fue el precio final que pagó el museo en 1910 por 265 objetos procedentes del Minguillar. En esta operación figuraban cinco estatuas de personajes togados y dos figuras femeninas sedentes. De no haber sido por el metódico trabajo que se siguió, posiblemente hoy podrían haber desaparecido algunas de las importantes piezas que configuran Iponuba como uno de los grandes yacimientos de la época romana.

Llegamos al fallecimiento de Valverde y Perales. El censo de 1910 dice que en Baena hay 14.730 empadronados, de los que 10.622 no saben leer ni escribir, es decir, el 74% de la población es analfabeta. La tendencia se mantendrá con escasas variaciones hasta los años treinta y sólo al término de la Segunda República se observa un incremento del porcentaje de baenenses que saben leer y escribir.

El año que falleció Valverde y Perales, la antigua villa de Baena se convertirá en ciudad unos días antes de que muriera el historiador. El Ayuntamiento había solicitado al Gobierno su reconocimiento tras acuerdo del 12 de junio de 1913, “por su historia, su antigüedad, su población, que es la ciento once de España, según el censo de 1900, su patriotismo”. Las gestiones pronto dan resultado. El 26 de junio se celebra una sesión ordinaria en la que se comunica la feliz noticia. La Gaceta de Madrid, antecedente del BOE, incluye el real decreto en su página 862: “Queriendo dar una prueba de mi Real aprecio a la Villa de Baena, provincia de Córdoba, por el desarrollo de su agricultura, industria y comercio y su constante adhesión a la Monarquía: vengo en concederle el título de Ciudad. Dado en Palacio a veintidós de junio de mil novecientos trece. Alfonso. El ministro de la Gobernación, Santiago Alba”.

El otro gran acontecimiento para la ciudad en ese verano de 1913 fue la cesión del aljibe del castillo, lo que permitiría a partir de entonces la mejora del suministro de aguas a la población. La sesión del 10 de julio también recoge que ya se había hecho la escritura de traspaso por su propietario, Francisco Peñaranda y Lima. Esta cesión, por la que se aprobó un voto de gracia para dicho señor, permitirá “la traída de aguas de la Fuente de Baena, una vez que ya había depósito bastante para traerla”. Varios años tuvieron que pasar para la traída del agua desde la Fuente de Baena y muchos más para la restauración definitiva del castillo de Baena. La finalización de las obras de conducción de aguas desde la Fuente de Baena se produciría en el verano de 1917.

En esos días se habla en Baena de la celeridad de las obras de la estación de ferrocarril. Baena tendrá estación de ferrocarril tras arduas gestiones, aunque tardaría en inaugurarse, pues la feliz noticia no se produciría hasta cinco años después. Preocupa la baja cosecha de aceituna, es escasa la de habas y cebada y, según indica el corresponsal del Diario de Córdoba, hay un poco más de trigo y se espera una buena campaña de uva.

El acta de defunción del ilustre vecino recoge la causa de la muerte: “En la Villa de Baena a las diez de la mañana de hoy siete de julio de mil novecientos trece, ante D. Rodrigo Cubero Villarreal, juez municipal y D. Antonio Tenorio Vázquez, secretario, compareció Antonio Rabadán Valverde, casado mayor de edad y de esta vecindad domiciliado en la calle Llana, manifestando que don Francisco Valverde Perales ha fallecido en su domicilio Calle Alta el día de hoy a las tres de la mañana a consecuencia de cirrosis hepática, de lo que daba parte en debida forma como sobrino del finado”.

Este año se ha conmemorado el centenario de su fallecimiento y Baena ha de rendir el justo tributo a don Francisco María Valverde y Perales. El Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena, con la colaboración del Grupo Amador de los Ríos y otras entidades, ha desarrollado una serie de actos conmemorativos que han reivindicado su figura y obra. Se trataba, como escribió el corresponsal de El Defensor de Córdoba tras fallecer Valverde y Perales, de no olvidarlo: “Hombre de las cualidades del señor Valverde es digno de nuestra estimación y acreedor a que jamás le olvidemos; verdad es que hace algunos años el ilustre Ayuntamiento de esta ciudad acordó como lo hizo poner su nombre a una de las plazas de ésta; verdad es que sus últimos días los ha pasado entre nosotros, querido y respetado por todos, rindiendo así verdadero culto a aquella despejada inteligencia y viva imaginación, que tantos versos compuso, como se leen en sus apuntes históricos, Toledo, Córdoba y Granada, y a aquella bien templada e incansable voluntad, hasta que dio fin a la amplia y bien documentada Historia de Baena; pero es necesario que jamás le olvidemos, y cuando repitamos su nombre sea para alabarlo y bendecirlo. Descanse en paz…”.

De eso se encargó el Ayuntamiento de Baena en 1948, que organizó distintos actos para conmemorar el centenario del nacimiento de Valverde y Perales y se le entregó la medalla de oro. De ese homenaje surgió también la publicación Baena en la historia, de Manuel Rodríguez Zamora, padre de José Javier Rodríguez Alcaide, hoy con nosotros. Rodríguez Zamora ganó una de las dos modalidades del concurso que se celebró con motivo del tal efemérides.
Ese año, entre las escasas publicaciones que se editaban en Baena, si no es la única, se encontraba la revista Baena Fiestas, que también se quiso unir al centenario con unas modestas palabras de Julio Quesada: “Consideramos embarazosa la situación, porque reconocemos nuestra insignificancia y falta de preparación para cantar como se merecen las virtudes que fueron crisol de tan dilecto hijo. Pero no seríamos tampoco justos, si por temor a no quedar bien como escritores, dejáramos pasar la fecha del Centenario, sin dedicar, siquiera sea en nuestro tosco lenguaje, unas palabras de recuerdo a la memoria del que hipotecó su vida en el servicio de la cultura y de la patria (…)”.

La personalidad de Valverde y Perales, forjada en el trabajo y la constancia formativa, se afianzó a medida que pasaban los años. El historiador no tuvo problemas en criticar aquello que veía incoherente con la modernidad del siglo XX en una sociedad, la baenense, demasiado anclada en la tradición. Sus divergencias con algunos miembros de la burguesía y clase alta baenense las trasladó al verso. Valverde y Perales dejó constancia de su amor y defensa de Baena, de las clases humildes y la necesidad de incrementar su formación. En su Historia de la Villa de Baena instó a los obreros a unirse en sociedades para defender sus intereses e incrementar su instrucción. “Tiempo es ya de que los obreros baenenses piensen en mejorar sus condiciones, asociándose para socorrerse en los días adversos, cuando les falta la salud o el trabajo, y para proporcionar a sus familias un pedazo de pan el día en que la muerte las prive de su amparo y de su jornal. Esas sociedades deben tener también por objeto el recreo honesto y la mejora de la instrucción en los obreros, que tan atrasada se encuentra en Baena…”.

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¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

OS PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN

Por María Victoria Ruiz de Prado (*)
Desde mi punto de vista el útimo traslado del monumento a Amador de los Ríos ha sido un error, no sólo por el traslado, sino porque ha perdido muchas claves, la fundamental el nombre del homenajeado, y otras de índole estético-artística: al hundir las escalinatas en el suelo el movimiento de la figura femenina pierde todo su sentido, por poner un ejemplo. Pero además ha sido desprovisto de los elementos arquitectónico-escultóricos, que si bien no formaban parte de la obra original, sí que a mi parecer le añadieron valor a esa obra acercándola a la escultura monumental de la época. El recuerdo del monumento a Juan Valera, en el Paseo de Recoletos de Madrid y otras obras de escultura urbana que eran vanguardia en los primeros años del siglo XX siempre me han parecido signos de que las últimas tendencias artísticas de la época llegaron de alguna forma a Baena.

Ahora bien, yo no tengo claro que el lugar idóneo sea de nuevo el Paseo. Sé que estaba ahí y que ahí se han puesto las otras grandes figuras de Baena y que es el lugar más privilegiado de la ciudad, pero esa Plaza tiene ahora una concepción en la que habría que valorar si tiene cabida estéticamente hablando el monumento a Amador de los Ríos (¿con los elementos de mármol que lo acompañaban, si es que están en algún lado, o sin ellos?) Pienso, en definitiva, que una plaza es un espacio urbano y no una galería de retratos y que quizás lo que habría que solicitar es un estudio de puesta en valor del monumento y ver cual es el lugar idóneo y si se llega a la conclusión de que en el Paseo va a “convivir” bien con los otros lenguajes artísticos (que ya van siendo demasiados) tanto de los edificios, como de la plaza como del resto de las esculturas, estupendo, pero creo que este asunto merece un estudio en el que se involucren expertos de varias disciplinas.
Bueno, a grandes rasgos, ésta es mi opinión.

(*) María Victoria Ruiz de Prado es licenciada en Bellas Artes.
Nota: La fotografía es de Manuel Priego Rodríguez.

Debate A de los Rios b

¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN

Por Jesús L. Serrano Reyes (*)
Acomodar el patrimonio histórico a la actualidad requiere de un tacto y un conocimiento científico adecuado que evite la primacía de una perspectiva moderna que distorsione el valor histórico de cualquier elemento patrimonial sobre el que se actúe.
Una sociedad civilizada, amante de su riqueza histórica y que tenga como lema en el frontispicio de sus ideales que aspira a que la cultura sea su norte en el desarrollo social y económico, debe ser muy cuidadosa en su actuación sobre el patrimonio. Desequilibrar la balanza de manera notable y notoria entre los conceptos de restauración y reconstrucción, por ejemplo, puede conllevar un daño irremediable para el pasado, por una infidelidad desmesurada y para el futuro, por un desaguisado difícil de remediar.
La huella que cada época sobre las anteriores debe ser bien moderada y bien medida. Un ejemplo bien resonante es el de la Mezquita de Córdoba.
En el caso del traslado del monumento en homenaje a Amador está muy claro que éste ha sido inadecuado. En ningún caso se justifica por conseguir la ilación del nombre de la plaza con el de la calle. Por otra parte, la pérdida de las escalinatas y también de la leyenda que hoy tapa la tierra y el césped, han desvirtuado excesivamente el valor escultórico e histórico del monumento.
¿Qué hacer? Que se viera este conjunto monumental expuesto a un concurso de ideas para su recolocación, me parecería desprestigiarlo todavía más. La figura y obra de José Amador de los Ríos, como se quejaba su amigo Juan Valera en el prólogo que le escribió a su obra Poesías (1880, pág. IX) no ha sido reconocida en Baena como se merece. El traslado del monumento más emblemático que pretendía ese reconocimiento, y con las modificaciones aludidas, debiera ser corregido cuanto antes.

(*) Jesús L. Serrano Reyes es director del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena.
Nota: La imagen ha sido facilitada por Miguel Párraga. Aparece una amplia representación de la familia Gálvez.

Debate A de los Rios

UNA BULERÍA PARA FELICITAR LA NAVIDAD

Nuestro amigo Miguel Ángel Entrenas, director de cine que visitará Baena el próximo 19 de enero, nos felicita la navidad con una de las canciones que se interpretan en su película ‘La niña de la Ribera’.
Miguel Ángel Entrenas presentará en Baena su película sobre Góngora en la Casa de la Cultura, lo que nos permitirá introducir también la figura de Carrillo de Sotomayor y de Colodrero Villalobos.
Os dejamos con la bulería de la película ‘La niña de la Ribera’:
https://www.facebook.com/photo.php?v=571762542908755&set=vb.184588044959542&type=2&theater

Niña de la Ribera

EL ÁUREO LÍQUIDO DE PACO ARIZA

Hallarás junto al camino y aledaño del río Guadajoz un pequeño bosque de olivos neveros, cerca del cual mana una fuente. Allí tiene mi amigo un pequeño y manual molino y en lontananza viñas florecientes.
Diariamente él baja al campo desde la Almedina, cercada hacia oriente por torreado alto muro, una vez deja a su lado el templo de Santa María, labrado en piedras talladas y de acarreo. En noviembre obtiene su líquido aceite, digno de ser envasado en ampollas de oro.
Desciende Paco Ariza en su rojo coche, como si condujera carro de fuertes ruedas, tirado por mulas uncidas al yugo, para lograr la unción de su divino aceite.
En mi hogar nos hemos ungido con su pingüe aceite, que hidrata la piel y la vitaliza por su riqueza, sin elevada acidez, en tocoferoles y vitaminas. El neveral ungüento es absorbido por los poros desde los que nos rejuvenece la dermis de manos y cara. Líquido áureo capaz de suavizar mi garganta, dañada de tanto perorar o por la vileza de un virus que se albergó en mi laringe.
Divino aceite de Paco Ariza que es ambrosía y néctar milagroso que me ha hecho olvidar todos los males, el llanto y la cólera.

JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE,
HIJO PREDILECTO DE BAENA

Aureo Paco Ariza

¿OCUPA LA ESTATUA DE AMADOR EL MEJOR LUGAR?

 OS PREGUNTAMOS PARA QUE DEIS VUESTRA OPINIÓN
La galería de personajes ilustres que se encuentran en el Paseo está incompleta al ser necesarios aún la recuperación de algunos baenenses que llevaron el nombre de la localidad a lo más alto. Sin embargo, abrimos un debate a través de esta página de Facebook en la que os preguntamos si os parece bien el lugar que ocupa en la actualidad la estatua de uno de los más insignes baenenses de la historia.

La estatua de Amador de los Ríos se instaló en 1918 en el Paseo por tratarse del lugar más noble de la localidad. Así fue hasta que se decidió trasladar a la calle que le da nombre.
Incluimos la primera reflexión del profesor de la Universidad de Sevilla Julio R. Fernández:

«A PROPÓSITO DE JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS
El 30 de Abril de 2018, se celebrará el II Centenario del nacimiento de José Amador de los Ríos. Es una conmemoración para la que se debería contar no sólo con instituciones y organismos locales, sino también con otras instituciones clave en la vida de Amador de los Ríos: Seminario de San Pelagio, Colegio Imperial de San Isidro de Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Colombina del Arzobispado de Sevilla, Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Real Academia de la Historia, Universidad Complutense de Madrid (antes Central), Societè des Antiquaires de Normandie, Museo Arqueológico Nacional, Real Sociedad Geográfica, Conjunto Aequeológico de Itálica (dependiente de la Consejería de Cultura), Universidad de Sevilla y Casa Real.
Conviene recordar que para el primer centenario se le dedicó un monumento en Baena, que durante todo el siglo XX estuvo situado en la Plaza de la Constitución; considero que con ocasión del II Centenario de Amador de los Ríos debería recuperarse dicho monumento para dicha Plaza Mayor de Baena. También podría denominarse con el nombre de Amador de los Ríos el nuevo Palacio de Congresos y la Escuela Infantil que hay en la Almedina a escasos metros de la casa que le vió nacer».

Os invitamos a que mostréis vuestra opinión. La fotografía corresponde al primer lugar en el que se ubicó la estatua de Amador de los Ríos en el Paseo.

A de los Rios antigua

EL BELÉN DE JOSÉ ANTONIO ESQUINAS

La familia Esquinas lleva montando magníficos belenes desde hace años, convirtiendose algunos de sus miembros en grandes expertos. Hace unos años escribimos un relato navideño en el que hablábamos de esta tradición y de la Navidad en la calle la Estrella. Lo ilustramos ahora con el nuevo portal de José Antonio Esquinas para el colegio La Milagrosa.

NAVIDAD EN LA CALLE LA ESTRELLA
“Sin evaluar”. El segundo trimestre siempre aparecía sin calificaciones. Todos los años era igual. La recogida de la aceituna nos trasladaba al cortijo. El cerro Don Simón, Pingorotón, Donsellá o la Casa del Alguacil se convertían durante la segunda evaluación y parte de la tercera en destino jornalero durante varios meses. La gran mesa de madera de olivo del comedor era el pupitre para hacer las tareas que don José Malpica o don Alberto habían entregado a mi madre para que no perdiera el ritmo del curso. José, el capataz, ponía todo su empeño en aquellas primeras cuentas e incipientes redacciones. Había pasado la Navidad y todos los años tenía que abandonar el colegio hasta la finalización de la aceituna. Siempre iba por detrás de todos, pero la campaña del olivar proporcionaba unos ingresos importantes para el resto del año. Mi hermano, con trece años, tuvo que dejar los lápices y los libros por las primeras varas y el cuaderno de las peonadas.
Pasé mis dos primeros cursos en la calle La Estrella, en el viejo colegio de los Hermanos Bermúdez Cañete. Mi abuela, Teresa, había pasado las cosechas de aceituna entre el griterío de la escuela y los pocos sueños que la posguerra le dejaron tras abandonar Montefrío. En una pequeña vivienda de aquella calle que le daba nombre a uno de los últimos combatientes de Filipinas criaron a sus ocho hijos. Mi madre, al encontrarse cerca la casa de los abuelos, decidió inscribirme en aquel centro que, desde fuera, nadie podía imaginar que alojara tanta vida. Se accedía a través de una pequeña puerta verde que destacaba entre el blanco de la gran tapia y el yugo y las flechas que, en pintura negra, rompían el equilibrio inmaculado de la pared.
En el interior había un primer patio con una minúscula fuente y las tres clases estaban repartidas en una sola altura. En el segundo patio, empleado para la gimnasia, había enganchadas dos canastas de la pared. Debíamos tener mucho cuidado para no golpearnos cuando hacíamos una ‘dejada’ con el balón. Sólo recuerdo a tres maestros durante los dos años que estuve en las escuelas. Don José Malpica, que se encargaba del primer curso y de la música; don Alberto, que estaba en segundo e impartía la gimnasia; y don Manuel Valbuena, que enseñaba al tercer curso, aunque nunca me dio clase porque en tercero inauguramos las nuevas escuelas que construyeron en la antigua cárcel de la Plaza Vieja. Don Alberto seguiría siendo nuestro único maestro hasta sexto.
Hiciera frío o calor, había que formar en el patio antes de entrar en el aula. En fila de uno, con nuestro chaleco azul o verde y el águila pegado con corchetes en la manga, recordábamos algunas viejas letras y terminábamos con el rezo. Sólo había niños. Allí estaban Cruz Mesa, Cano, Veredas, Marfil, Alberto, Pablo y otros muchos que luego continuamos en la Plaza Vieja, Puerta de Córdoba y Los Grupos. Aquel primer curso don José Malpica, que también era el que coordinaba la rondalla musical, nos seleccionó para cantar en el certamen de villancicos. Los ensayos eran casi todos los días. Las canciones interpretadas por Manolo Escobar o por grupos de niños salían del casette antes surgir de nuestras gargantas. Los pastores llegaban al portal de Belén en medio de la noche y se colocaban entre el chiquirritín mientras San José bendito y la Virgen María escuchaban los platillos y las panderetas….
Con pocos adornos en el escenario, la estrella en cartulina negra y la silueta de los Reyes Magos, el coliseo se llenaba de escolares. Rafael Cubillo presentaba los grupos, que aparecían desde el pasillo que rodeaba el patio de butacas. Había que tener cuidado para no tropezar entre los oscuros y estrechos escalones o con algún trasto mal colocado. La cortina se descorría y se escuchaban los aplausos de varios centenares de personas que llenaban las butacas y el gallinero. Sólo en la Navidad se cubrían todos los asientos. El cine fue atrayendo cada vez a menos personas. Unos años más tarde cerró sus puertas y con él desapareció el griterío de las navidades y de las películas de indios.
La Nochebuena era noche de aguinaldo. Con el paso del tiempo formamos un pequeño grupo musical que recorría las calles del casco antiguo cada 24 de diciembre. Bandurria, guitarra y melódica marcaban los acordes mientras sonaban las letras que teníamos ensayadas del certamen de villancicos. Melendo, Marfil, Cruz Mesa, Veredas, Cano y Alberto nos juntábamos todos los años para conseguir algún dinero. El grupo iría mermando a medida que pasaban las navidades. En estas fechas también había tiempo para recaudar alimentos y llevarlos al asilo mientras entonábamos los villancicos a los mayores.
Tras la aceituna y la Semana Santa llegaba otro de los momentos que concentraban los esfuerzos de los maestros. Había que organizar la fiesta de fin de curso para los padres y el ejercicio de gimnasia era uno de los actos principales. Don Alberto se encargaba de preparar todos los ejercicios entre los alumnos que mostraban las mayores destrezas con el plinton, el potro, el trampolín o la cama elástica. El nivel de dificultad crecía con la edad de los niños.
En el segundo curso, con don Alberto de maestro, el gran protagonista del certamen de villancicos fue la melódica, un pequeño instrumento de viento con teclas que marcaban las notas a medida que se pulsaban y se soplaba por una pequeña boquilla. Alberto sería solista de melódica; el curso siguiente se incorporó también Marfil. Ese año o el siguiente, no recuerdo ya, pudimos incorporarnos al grupo con la guitarra, la bandurria o el laúd. Tras el certamen de villancicos, llevamos los regalos y alimentos al asilo. La Nochebuena de aquel invierno continuamos la tradición de pedir el aguinaldo. En la calle Horno siempre llegábamos a casa de Manoli Esquinas. Uno de los villancicos lo hacíamos ante el portal de Belén que instalaba todos los años y que vimos crecer con el tiempo. Las puertas se abrían siempre. Sólo una vez nos quedamos en el inicio del villancico. Una mujer, vestida de negro, abrió la puerta y, pidiéndonos disculpas, nos dijo que había muerto un familiar hacía unas horas. Todos los acordes se callaron. Ya era tarde y fuimos a casa de Veredas a contar el dinero. Había tiempo suficiente para cenar y después ir a la Misa del Gallo a San Bartolomé. Don Salvador y don Domingo estaban en el altar. En el templo se concentraba casi más gente de pie que los que podían sentarse en los bancos. Los acordes de la guitarra y las bandurrias de la rondalla de San Bartolomé, con Pupina, los carpinteros de la Puerta de Córdoba, Lastres…, rompían los silencios perturbados a veces por alguna voz disonante de los asistentes.
La antigua cárcel se convirtió en colegio al año siguiente. Con una extraña sensación abandonamos la calle La Estrella. Nuevos profesores, aunque don Alberto continuó al frente del curso que había dirigido en segundo. Ese año cambiaron muchos hábitos. No había formación antes de acceder al aula. En las clases ya había niñas. No era necesario llevar el chaleco azul con el águila o con los moros. La vieja regla de la calle La Estrella, azote del que no había estudiado, también cambió de escuela, como pronto pudo comprobar Antonio en sus manos. A pesar de que algunos repitieron curso, la mayor parte del grupo seguimos unidos. El recibo anaranjado de la asociación de padres se mantuvo algún curso más. Un día, no recuerdo ya cuándo, nos enteramos de que don José Malpica se iba de maestro a Málaga.
Los cursos pasaban. El certamen de villancicos dejó de celebrarse. Un invierno nevó abundantemente en Navidad. Hacía frío, aunque tuvimos que permanecer varias horas en la calle porque el candado de la puerta de la escuela lo había atrancado algún alumno que quería perderse varias horas de clase.
Don Fernando, el requeté que nos enseñó dónde estaba la estrella Antares, envejeció en el asilo. Su colección de libros era magnífica. Un domingo lo vi en la televisión leyendo en misa. La iglesia de San Francisco estaba llena y Jesús presidía el altar. El tiempo pasaba. Un año dijimos que habíamos crecido y ya no salimos pidiendo el aguinaldo. Fernando, con su carro, seguía recogiendo cartones por las calles. El yugo y las flechas hacía tiempo que habían desaparecido de la pared de la calle La Estrella.

Fotos: José Antonio Esquinas.

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FELICITACIÓN NAVIDEÑA DE LA DELEGACIÓN DE CULTURA

Hemos recibido la felicitación navideña de la delegación municipal de Cultura, que colocamos en nuestra página. Es una imagen de Torreparedones nevado.
Asimismo, hemos tenido comunicación de que Pepe Tarifa ha sido nombrado concejal de Cultura, tras la marcha de Antonio Huete. Deseamos lo mejor a Antonio Huete y mostramos nuestro apoyo al nuevo concejal y a aquellas iniciativas municipales que impulsen la cultura en Baena.
Grupo Cultural Amador de los Ríos.

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