RELATA REFERO
» Qué corra la sangre » es una crónica, una narración histórica que recoge hechos casi con orden cronológico, que sucedieron en España y en Baena en todo el primer tercio del siglo pasado. Está escrita como crónicas de actualidad,comentadas detalladamente y a modo de gaceta viva que sigue el orden temporal de los acontecimientos, de cuyo entramado,parcialmente,forman parte cinco jóvenes baenenses a quienes la vida los llevó,siendo amigos,por divergentes derroteros profesionales y políticos .
Como toda buena crónica se construye, a veces, en primera persona y otras veces con voces de terceras personas, que fueron testigos oculares o por contemporáneos que registraron esos pormenores, incluso por escrito.
Su autor, Manuel Piedrahita Toro, al novelar, ha actuado como Relata Refero y lo ha hecho con lenguaje sencillo, propio de un buen periodista, de modo muy personal y de estilo novelado . Cómo reportero ha preguntado a muchas personas que opinan sobre lo que estaba sucediendo en España y en Baena desde 1900 hasta casi 1942 y con especial énfasis en el septenio 1930/1936.
Y es que la Crónica es un género periodístico que Manuel Piedrahita ha transformado en singular novela. Es una crónica » blanca» que utiliza materiales objetivos y voces de personas autorizadas. Esta novela es un Cronicón que se construye en parte con las vidas paralelas de cinco jóvenes baenenses de los cuales tres mueren dramáticamente y dos fallecen de modo natural pero ansiando volver a España . La comunalidad de este quinteto juvenil es simplemente Baena,haber nacido o vívido en élla durante su adolescencia y juventud.
La novela es a modo de Crónica General de España que en lugar de ser mandada hacer por Alfonso X el Sabio ha sido compuesta por Piedrahita Toro,dedicada a Baena y a España en un periodo dramático, que empezó medio siglo antes de 1936.
El autor, periodista, recurre para contar sus crónicas a tres periodistas baenenses. A su padre que prudentemente aparece de modo breve y desaparece sigilosamente. A Bermúdez Cañete, elemento que le permite engarzar lo que estaba sucediendo en Alemania, España y Baena y a Vázquez Ocaña, a quien presenta como persona humilde que fue capaz de alcanzar un puesto relevante en la vida política española desde su baja cuna,fabricada por su padre, carpintero.
Las crónicas se yuxtaponen pero siempre encuentran, en la vida de esos tres periodistas,en el que luego fue alcalde de Baena y en el padre del informador una manera de enlazar los itinerarios vitales de ese quinteto con el entorno sociopolítico que les tocó en suerte.
Este libro debe ser leído, junto al recientemente publicado de Francisco Expósito Estremera, en los Institutos de Enseñanza de Baena para analizar lo que sucedía en el pueblo. También debe ser comentado en clases de política, historia y sociología no sólo de Bachillerato sino de nuestra Universidad,
» Qué corra la sangre » es de obligada lectura para los jóvenes baenenses y para quienes nacimos en este pueblo y vivimos en la diáspora. Es libro que obliga a reflexionar y que nos conduce a rememorar no sólo odios y rencores sino asesinatos que se cometieron desde un bando y otro. También nos lleva a la conclusión de que no podemos volver a crear aquellos ambientes que dejaron profunda huella en nuestra memoria infantil.
He disfrutado releyendo la descripción del mundo social en el Casino de los ricos,donde varios personajes del pueblo comentan retazos de lo que estaban sucediendo en España y a través de la trayectoria ,en parte,de la vida de aquellos cinco jóvenes, especialmente Bermúdez Cañete y Piedrahita Ruiz. He gozado con la descripción breve del mundo necrológico en la crónica » entierro de siete capas » que alcanza valor literario al conectar el entierro de un baenense,que fuera senador del Reino, con el ansiado ferrocarril y con el entorno familiar y social funerario en 1921 en Baena.
La muerte aparece otra vez durante una tertulia en el casino de los ricos en la que se comenta la costumbre de dar la comunión al moribundo y la extremaunción, que popularmente se denominaba recibir Su Majestad y los Santolios,procesión que yo recuerdo de mi niñez en Baena y que Piedrahita narra magistralmente al unir la presencia de Bermudez Cañete ante la muerte de su padre,don Eduardo, con la maravillosa descripción que Blanco White hace en Cartas de España de estos acontecimientos prefunerarios.
Es un gozo leer la boda de Alex,judío de origen sefardí,con una rica heredera de Baena,que se celebró en mi parroquia,San Bartolomé, y en la que actuó de madrina la madre, viuda, de Bermudez Cañete. Me llamó la atención comprobar que uno de los testigos fuera don Ezequiel de la Rosa,quien también apadrinó a mi madre en su boda en enero de 1937, porque mi abuelo materno,su padre, masón, estaba desaparecido y luego fue ejecutado tras juicio militar sumarísimo el 14 de abril de 1937 en Ronda. El casamiento que relata Piedrahita tuvo lugar en mayo de 1935.
Tras leer este Cronicón se podrá entender lo que era parte de la vida social de Baena en los años treinta del pasado siglo. He disfrutado deteniéndome en los diferentes relatos de la vida social y económica de Baena, presentada a ráfagas, pero me ha entristecido recordar que dos periodistas de Baena, que fueron diputados en Cortes, murieron uno por estar en esa guerra fratricida a las puertas de un edificio en que se decía decía defender las Letras y otro que tuvo que exiliarse a México donde falleció añorando su patria chica Baena. Yo,que he sido diputado constituyente en las elecciones de junio de 1977, que he podido sentarme en los escaños de Bermúdez Cañete o de Vázquez Ocaña,he vivido en el 23 de febrero de 1981 lo que pudo ser otra España sangrienta tras la entrada del coronel Tejero en el palacio de las Cortes y puedo ponerme en la piel de Antonio y en lo zapatos de Fernando.
La enseñanza de este libro, de historia viva relatada, es que en aquella España de la Segunda República, que finiquitó en guerra fratricida,todos fueron perdedores.
José Javier Rodríguez Alcaide
