MI CASA EN PUERTA DE CORDOBA

por José Javier Rodríguez Alcaide

He visto la que fuera mi casa. He pasado ante ella en mi ascenso desde San Francisco con el grupo que encabeza Manuel Horcas. Esa casa ,en el número dos ,fue mi hogar, miescuela ,mi pequeña granja.Años antes había sido panadería y propiedad de quienes poseían el molino del Calabazar. La historia de esa casa está todavía en la memoria de Laurita, la Churrera, quien fue mi niñera en los años finales de la década de los treinta, años de aquella guerra civil cruenta.

Me pareció su fachada un triste lienzo porque ha desaparecido el zaguán ,su gran portada y el despacho – biblioteca de mi padre. Nadie se acordará de aquella fachada que ya no es ni sombra del lugar en el que creció mi infancia. Es como si puerta y ventana hubieran sido saqueadas.

¿Qué quedará de su escalera, de su primer patio interior, del vasto solar trasero casi huerta? Han desaparecido las dos acacias que producían quesitos y en el paredón se erguían solemnes. Ha desaparecido el lugar sagrado de esa casa donde mi madre tenía su piano, pues en 1932 los maestros de escuela debían saber solfear en clave de sol y de fa y dominar al piano un sinfín de canciones escolares.

Pasé ante la puerta de la que fuera mi casa, ahora desfigurada. Sólo tuve que cerrar los ojos y ante mí apareció exactamente igual que la que en julio de 1950 dejará. De pronto me vi sentado al piano junto a mi padre solfeando «do, re, mi, fa, sol, la, si». Y corriendo por el largo y estrecho patio «emporlado», montado en bicicleta que fue regalo de mi abuela materna. Cuando llegué a san Bartolomé me dije: «Es peligroso recordar a través de tu sueño de poeta».

Me produjo gran dolor comprobar que la sala donde yo me sentaba a leer el Quijote, ilustrado por Doré, se había esfumado y también su reja desde donde en cada cuaresma, atónito, yo contemplaba el triste sonido del tambor bajando a celebrar el miserere de la cola negra. En ese despacho mi padre escribió su libro para niños titulado «Baena en la historia», revisó la mecanografía que había enviado fuera a un mancebo de farmacia y se entusiasmaba ante los dibujos a plumilla de Ávila, Casanni y de la Torre. Mi padre para mi fue severo hombre y magnífica persona que creía en la cultura como fuente de progreso. Nunca me enseñó que había que comer para no ser comido, en la posguerra.

Uno es muchas cosas; una de ellas es el hogar de su infancia. En ese hogar de mi infancia yo siempre pensé que en el desván habitaba un fantasma del que en las noches desde mi dormitorio, en planta alta ,escuchaba sus pisadas, pero que no me seguía durante el día por mi casa. Todo niño mantiene escondrijos en su casa. Yo tuve dos: el desaparecido zaguán donde en las siestas conmigo mismo jugaba al fútbol con los botones y portería de «zanzones», y la sala biblioteca en la que en invierno y los domingos me afanaba en curiosear libros de la colección Austral.

Llegado a San Bartolomé, sentado en el banco y antes de que Horcas hablara, entendí que me habían robado el zaguán, la sala del piano y mi fantasma ; es decir, tristemente me habían robado una parte querida de mi infancia. Parece mentira que hayan pasado sesenta y cuatro años. Se fueron aquellos días. El día que parió mi madre a mi hermana pequeña en 1948 en el salón del Piano – biblioteca donde se improvisó paritorio; el de mi primera comunión en 1945 vestido de gala; el de mi ingreso en bachillerato a los diez años con matrícula de honor que mi padre recordó regalándome un misal de cantos dorados aunque yo no iba para cura.

Al pasar ese día,4 de mayo, por Puerta de Córdoba todas esas horas felices se me hicieron una sola… Ante el fantasma de mi casa.

(*) Dedicado a la memoria de Domingo Ortiz, Santos, Cristóbalina, Carmina, mis vecinos y a Laurita, la churrera.

Antigua S Bartolome

SER PROFETA EN SU TIERRA. FRANCISCO ÁVILA ROJANO

por Rafael Ruiz Arjona

Mire usted. Siempre se ha dicho y es verdad, la dificultad de ser profeta en su tierra, los baenenses de la antigüedad en la que tantos ilustres dio nuestra ciudad, realizaron sus mayores hechos viviendo fuera de sus “lares” en las más diversas ocupaciones, una simple ojeada a la historia nos lo confirma, huelga citar nombres por conocidos. En el último medio siglo la tendencia no es que halla cambiado radicalmente, pero sí, baenenses que no han dejado su tierra y otros que han regresado a ella y aquí han concebido sus mayores trabajos; los que son elogiados, se puede considerar que han triunfado.

Entre los artistas que han demostrado su valía sin dejar Baena están (y cito por orden alfabético) Ariza (hace muchos años que ha vuelto), Ávila y Piernagorda. Francisco Ávila es un dibujante de un trazo seguro con técnica muy depurada en la concepción del dibujo y su ejecución a tinta, el Arte tiene diversidad de riqueza y tendencias. Ávila Rojano no es un dibujante de nuevo cuño, no, sus primeros dibujos publicados se remontan a 1949 quién con otros baenenses M. Cassani, R. Torres y J. Gutiérrez, ilustraron “Baena en la Historia” de Manuel Rodríguez Zamora, edición para colegiales, su ilustración se refería a la Piedra Escrita, Reparto del Monte Horquera en la Plaza de la Constitución y la Ermita de los Ángeles, obviamente a mucha diferencia de sus actuales trabajos, es lógica la superación ya que empezó muy joven a dibujar.

Su andadura en este arte es amplia y en el último medio siglo, la técnica y el dibujo ha evolucionado depurando el trabajo como artista que se preocupa de progresar. Consigue bien los planos volumétricos, los escorzos, el encaje, la perspectiva y grados de luz, luz y sombra dan fuerza y relieve a los diversos elementos que entran en juego del espacio que se dibuja, estando muy presente la tercera dimensión en aquellos temas que lo requieren.

Recuérdense asimismo sus dibujos con motivos baenenses publicados por el periódico Cancionero incluidos como suplemento, pero lo más llamativo del artista es su colección en la que posee piezas de Museo o Biblioteca, como el realizado de la parroquia del Soterraneo de Aguilar de la Frontera, de perfecta realización la cual incluyo entre algún otro en mi libro “Córdoba tierra desamortizada”, la Casa de Castril de Granada (uno de los trabajos de mayor reconocimiento artístico), lugares de la Alpujarra, el Darro o la Puerta del Puente Romano de Córdoba por citar algunos, sugiere emociones estéticas. El Arte tiene muchos caminos por donde andar y si difícil es dibujar, éste dibujante baenense le pone una dificultad añadida cuando decora abanicos cuyo soporte no es fácil de dominar, lo que ha adquirido el elogio de quienes conocen esta faceta del artista.

Podemos decir que el ambiente artístico que predomina en su trabajo son los motivos urbanos, excelentes son sus series de Córdoba y Granada, a las que acompañan Ronda, Jaén, Baena, Priego, Cabra, la ya citada Aguilar por traer parte del conjunto, lugares éstos donde se pueden ver copias de las que obviamente el autor conserva sus originales. Sin abrir mucho el plano de la lejanía concentra la vista más en el detalle preciosista, con limpios trazos bien logrados de perspectiva y luz, ello no quiere decir (como ocurre con los artistas) que todo lo producido tenga el mismo nivel de calidad, aunque en los dibujos de sus primeras etapas denotan la posibilidad de alcanzar lo ya alcanzado de maestro. Quienes consideren que se elogia por ser amigo están en un error, consulten su página WEB (WWW.FranciscoÁvila.sitio.net)y saldrán de dudas, porque la clave de su valor que lo lleva al triunfo reside en el meticuloso tratamiento que da al dibujo, dominando los resortes para conseguirlo, en ello se fundamente este comentario.

Francisco Ávila es metódico en el dibujo, con él tiene una privilegiada posición para convencer a toda persona sensible a las Bellas Artes, lo dibujado al día de hoy dispone de todos los ingredientes para ello. En este complejo espacio del Arte puede equipararse a otros artistas consagrados, ahí en ese lugar de encuentro está éste baenense con su carpeta de dibujos guardando gran parte de lo más característico del urbanismo de diversos lugares de España, en lo que alcanza una muy positiva riqueza de imágenes urbanas, escenario de una tierra que le resuma la historia por los cuatro puntos cardinales de su geografía.

La historia moderna de los pueblos, se va construyendo con la contribución de sus hijos y Ávila por la calidad de sus dibujos, hay que tenerlo en cuenta entre los notables que aportan su arte a la cultura local, ateniéndonos pues a esta conclusión hay que situarlo en ese espacio de la historia moderna de Baena, lo que conviene no pasar por alto. Si se dedicara a dar conferencias diríamos que es un mago de la palabra, pero como se dedica a dibujar decimos que es un mago del dibujo.

Nota: la página a la que alude Rafael Ruiz está en desuso en la actualidad.

Ilustración: Cartel de Ávila para la Quinta Cuadrilla de Judíos de la Cola Blanca, realizado en 2013.

25 aniversario

LA ASCENDENCIA BAENENSE DE CERVANTES Y EL MUSEO CERVANTES, EN EL NUEVO BOLETÍN DEL GRUPO AMADOR

El Grupo Amador ha preparado un nuevo boletín informativo en el que reconoce la labor del Museo Cervantes de Baena y recoge aspectos sobre la ascendencia baenense del autor del Quijote. El historiador Rafael Ruiz Arjona, miembro del Grupo Cultural Amador de los Ríos, es la persona que más ha estudiado la relación de la familia de Cervantes con Baena. En su libro ‘Baena. Testimonios de su historia’ remarca que la abuela paterna de Cervantes, Leonor de Torreblanca, era natural de Baena. Además, su abuelo paterno, Juan de Cervantes, fue alcalde mayor de la antigua villa entre 1541 y 1545. Rafael Ruiz concluye que no resulta sorprendente pensar que cuando Cervantes, a finales del siglo XVI, escribe el Quijote, “debe conocer Baena o al menos su historia y personajes”. “Baena, villa del Duque de Sessa quien nombró a su abuelo paterno para el gobierno de ella, donde moraron largos años parte de sus ascendientes, repito debía tener amplias referencias de la villa de Baena, y es lógico que estas referencias no le eran inadvertidas, tal sería así, cuando en sus versos primeros de su inmortal obra, cita al célebre baenense Juan Latino de forma elogiosa, y creemos que lo cita tanto por el prestigio del personaje, como por el conocimiento que puede tener de la villa”, escribe.

BOLETIN 41 MAYO 2014 MUSEO CERVANTES

VELADA POÉTICO-MUSICAL EN LA CASA DE LA TERCIA

DÍA 9 DE MAYO:
VELADA POÉTICO-MUSICAL EN LA CASA DE LA TERCIA

El próximo día 9, viernes, en el patio del Museo Histórico y Arqueológico Municipal (Casa de la Tercia), tendrá lugar una velada poético-musical organizada por la Fundación Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena. El acto se iniciará a las 21.00 horas.

Se trata de pasar un rato distendido con la conjunción de poesía y música, además de acercarnos al museo en el contexto de un momento y una actividad diferentes. Participarán los poetas Manuel Guerrero Cabrera, Manuel Delgado Gómez, Ángela Ortiz Párraga y María Isabel Moreno Martínez. El acompañamiento musical estará a cargo de Azahara Escobar Hernández (violonchelo) y Manuel Delgado Gómez (guitarra).

Tras el recital se realizará una visita guiada por el museo.

Velada

ANTONIO PINEDA, MIEMBRO DEL GRUPO AMADOR, Y RAMÓN AZAÑÓN EDITAN UN LIBRO SOBRE LOS ENGANCHES

El libro ‘Carruajes en el Alcázar de los Reyes Cristianos. El inicio de una nueva Feria de la Salud’ es una obra basada en la primera exhibición de enganches organizada por el Club de Carruajes de Tradición de Córdoba que se realizó el 25 de mayo de 2013 en el incomparable escenario del Alcázar de los Reyes Cristianos de la ciudad, que recoge, con numerosas fotografías de gran calidad, algunos de los más prestigiosos coches y carruajes de la historia.

El libro, una edición de lujo y única, que cuenta el porqué de los enganches en la feria cordobesa de La Salud, es en realidad una introducción al mundo de los coches de caballos para todos los que deseen conocerlo, destinado a los neófitos y aficionados, que tienen la oportunidad de saber la historia de los más famosos carruajes. La obra cuenta con unas excelentes infografías originales que remiten al lector a los principales carruajes, su origen y algunas características técnicas, además de ilustrar de manera didáctica las maneras de enganchar los caballos a los coches. Una obra fundamental y amena para los que quieran conocer el mundo del enganche, destinada al público en general, en una edición de lujo.

El libro se presentará este miércoles, día 7, en el Alcázar de los Reyes Cristianos, de Córdoba. El acto se iniciará a las 20.00 horas.

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RUTA POR EL PATRIMONIO DE BAENA

por José Javier Rodríguez Alcaide

He hecho ese recorrido de la mano de Manuel Horcas por el derecho que tengo de encontrarme conmigo mismo; a soñar despierto. El interés que siento por rememorar mi infancia entre San Francisco y San Bartolomé no es otra cosa que sentir interés por lo que está vivo.

Entrar en San Francisco por lo que fuera su antiguo asilo fue alejarme de lo sensual y situarme entre comunidad mística e individualismo inconsciente. La moderna residencia es legado de aquella piedad del corazón que resplandeciera en la vieja junto al huerto franciscano.

El descenso a San Francisco desde Plaza Vieja se me iba haciendo cada vez más atractivo. Manolo Horcas descubría las raíces de la plaza en una de cuyas casas yo naciera. La expansión de la alta Baena desde aquel majestuoso torreón, cárcel en el día de mi nacimiento, fue deseo de crecer hacia fuera de un pueblo que hizo de la plaza lugar de comercio, de feria. Un resplandor, untuoso como aceite, ascendía desde un reluciente verde del Marbella. El azul del cielo y el blanco colgante de las casas resbalaba a mi paso y se fundían mágicamente. Bajaba y observaba como, uno a uno, iban cayendo velos de mi niñez hasta llegar al recoleto resplandor del Convento.

¡Qué beatitud la de la luz de aquella hora! ¡Qué profunda belleza la del interior del templo! Me dije: ¡Es eso! Esa es la penumbra escondiéndose en el templo, cada vez que de la mano de mi madre entraba yo a rezar ante camarín baleado del Nazareno. San Francisco en mi infancia eran dignidad y serenidad que se resolvían en la alegría de, luego, bajar a las huertas. Dignidad, ratificada, al colocar a Santo Domingo en el altar mayor en el lugar de mayor honor, frente al evangelio como corresponde a buen franciscano que no querella frente a dominico. Gravedad, en modo alguno sombría, escondida en mi niñez tras blanqueados muros que hoy aparecen ornamentados por retratos y pinceles. Piedad intensa y razonable ante el Nazareno, entronizado en barroco retablo en espera de que arreglen su camarín, sin que esta visita precisara de ceremonia solemne. Mi alma soñaba, sentada en un banco del templo, a su manera. Soñaba de nuevo la esperanza, la, paz y la felicidad en San Francisco que antes de yo nacer había sido escenario sangriento.

El calvario de la cuesta alentaba mi corazón desde la Cruz de Jaspe hasta San Bartolomé que no me resultó vía crucis. Mi conciencia estaba alterada como si me encontrará prisionero de mi niñez y de la mano de Domingo Ortiz subiendo con su burro desde las huertas con los ramones de la poda del olivo. Vestido de pantalón corto subí, ahora de hombre, sorteando coches con el sol sobre mi cabeza en una mezcla de emoción y vértigo, de excitación ante la pina calle Puerta Córdoba que tantas veces anduviera.

Por fin, llegué a San Bartolomé. Se abrió puerta y cancel y me aposenté ante el templete y ante dos púlpitos de desigual basamenta. Miré a la bóveda del altar mayor y me fijé en el botón sobre el que había estado cinco siglos colgado el escudo del Señor de Baena, tallado en madera policromada, que me acababan de mostrar en una sala superior de la casa del la Tercia. Mientras mi mirada chocaba con el botón del crucero y bailaba entre escudos Del Señor de Baena, sentí, agitado, latir mi corazón simple y ferviente. Me vi, de nuevo, actuando de solitario monaguillo y haciéndome las mismas preguntas que me hacía de niño, atónito ante idénticos enigmas.

¡Cómo pudo estar aquel escudo nobiliario tantos años escondido sobre la bóveda del templo y ese artesonado central en artesa tantos siglos ocultado!

¿Dónde habían ocultado la puerta para subir a la torre?

Allí, sentado en el banco, mentalmente, peldaño a peldaño, ascendía por la escalera de caracol hasta encontrar la luz azul que brotaba del campanario. Extraña y delicada luz, clara y misteriosamente atractiva. Arriba, entre campañas, el olivar se perdía ante luminosidad tan alta, pues la cegadora monotonía hacia imposible reconocer las formas del terreno tras elevada calima. La infancia se fundía ante mis ojos mientras Manolo Horcas decía palabras sobre cuadros y capillas. Entre sus oratoria yo, desde la torre, veía soledades en los olivos; lejanías y extraños silencios que desde aquella altura se percibían.

¡Los cimientos de la torre se resentían y los maestros de obra colgaron el campanario de andamios y recibieron desde nuevos cimientos torre y escalera!

En ese momento supo resolver el enigma de aquellos pequeños boquetes cuadrados en los que los vencejos cada primavera hacían sus nidos. La voz de mi compañero de estudios en los jesuitas me devolvió a la realidad del lugar y a la razón que me había impulsado a visitar de nuevo el barrio donde nací y viví de niño en mi pueblo.

Me hubiera gustado permanecer en San Bartolomé mucho más tiempo, sentado en aquel banco, para reposar en mis recuerdos, cediendo a la atracción de ellos. Fue tentación grande la de permanecer allí sentado y alejarme del grupo que se había dispersado hacia el principal cancel, el sagrario y hacia la reja del baptisterio. No fue posible y de aquel lugar salí diciendo:

Puerta Córdoba.
Calle empinada,
jalonada por cruz de jaspe,
de piedra.
Continua bajada hacia las huertas
desde la que fuera mi puerta.

(Dedicado a Manuel Horcas Gálvez, Jesús Luis Serrano Reyes y Miguel Párraga)

S Bartolome patrimonio

EL INSULTO FASCISTA

por Manuel Piedrahita

DIARIO CÓRDOBA. 3-V-2014
La habitual perversión del lenguaje se hace evidente con la palabra fascista. Es utilizada con intencionalidad política al margen de su verdadero significado: los fascios de Mussolini procedentes de las fasces de la Roma clásica. Se les ha llamado fascistas a los antiguos trabajadores de Delphi por irrumpir en un mitin en protesta por su situación laboral. Acaba de sufrir idéntico insulto el ministro del Interior, y poco le faltó a la presidenta Susana Díaz de ser tachada de fascista cuando se dijo que era “líder de la derecha más radical”. No es cosa de hoy la devaluación de fascista que en su significado real abarca todas las ideologías autoritarias incluida el nazismo. Un ejemplo lejano lo sufrió en 1936 Antonio Bermúdez Cañete,.natural de Baena y de familia acomodada. Fundó en 1921 el periódico Trabajo y fue un adelantado de su tiempo al defender a los campesinos baenenses frente al caciquismo vigente. Economista por la London School , corresponsal en Alemania de El Debate, se le ha achacado maliciosamente su simpatía por Hitler sin tener en cuenta que en los años fundacionales del nazismo, incluso la prensa inglesa valoraba como positivo al Führer: “Está levantando un valladar cada vez más fuerte contra el bolchevismo”, decía un periódico londinense. Pero en las crónicas de Bermudez Cañete para El Debate, de 1935, no dudó en criticar al “partido racista” y fue expulsado por el mismo Goebbels. En 1936 fue asesinado en Madrid, como diputado de la CEDA, “por fascista”; aunque había sido expulsado de Berlín, precisamente, por ser antifascista.

Insulto fascista