HOMENAJE AL CATEDRÁTICO EMÉRITO JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

Por Marco Antonio López Zaragoza (*)
Considero que los homenajes a los amigos, familiares o seres más queridos hay que hacerlos en vida y no esperar hasta que llegue el sueño eterno. Aunque me encanta Miguel Hernández, no me gustan las elegías, no por su belleza, dicción o intensidad, como es el caso de la magistral Elegía a Ramón Sijé, sino porque el destinatario por desgracia está en el éter y aunque quizás te escuche no te puede felicitar o dar un abrazo. Claro ejemplo es el sentimiento de culpabilidad y profunda tristeza que vivió el propio Miguel Hernández que no se pudo despedir de su amigo de toda la vida.
José Javier Rodríguez Alcaide nació en los albores de la primavera de 1938 en la maravillosa y atemporal Baena como lo demuestran los restos ibero romanos como Izcar, Torreparedones o cerro Minguillar entre otros. Un municipio que se erigía sobre los prístinos restos de la antigua Iponuba como así ya lo citaba el sabio Plinio el Viejo. Una tierra bañada por el río Guadajóz que reflejaba en aquellos momentos la crueldad y sinrazón de la Guerra Civil, aunque eso sí, por suerte estaba protegida con fiereza, con sus fauces de sierra, por su querida Leona de Baena.

José Javier desde su puericia y cobijado por unos padres eruditos, ya apuntaba alto sin saberlo. La disciplina, la humildad, el trabajo, el esfuerzo, la pulcritud, el respeto y el gran amor a la lectura y escritura consiguieron que este gran hombre, ya en su madurez, de cuerpo menudo, aspecto risueño y mirada perspicaz, llegara a ser licenciado en Veterinaria por la Universidad de Córdoba, de igual modo que Ciencias Empresariales por la de Sevilla, máster en Economía Agraria obtenido en Estados Unidos y un largo etcétera. Durante la Transición fue uno de los fundadores del Partido Social Liberal Andaluz, integrado después en Unión de Centro Democrático (UCD), que tan crucial papel jugó para la consolidación de una España que aspiraba a ser democrática. Más tarde don Rodríguez Alcaide fue alejándose de la política activa para dedicarse de pleno en su tierra y a lo que más le gustaba, la enseñanza, así que desde 1987 fue catedrático emérito de Economía en la Universidad de Córdoba y dirigió en la misma la Cátedra Prasa de Empresa Familiar. Ávido de seguir ayudando a Córdoba, formó parte de los fundadores de La Voz de Córdoba y presidió el Diario Córdoba. En el transcurso de estos años escribió, siempre con una crítica constructiva y en tono elegante en comunión con el corazón y la verdad al unísono de una pluma certera, en la edición cordobesa de ABC en una columna de opinión semanal.

José Javier, no solamente ha destacado en letras, economía o política, sino también fue uno de los principales impulsores de la Denominación de Origen Baena, lo cual recibió por ello el nombramiento de Hijo Predilecto de su tierra, Baena, por el alcalde Jesús Rojano el cual subrayó que: “es un premio más que merecido». Una labor que realizó con pasión y esfuerzo, sin ánimo de lucro, como una hormiguita recogiendo sus frutos poco a poco y laboriosamente, de aceitero en aceitero, hasta conseguir su gran objetivo para gran provecho económico de Baena y Córdoba.

Ya en su senectud y jubilado en el año 2008, a los setenta años de edad, el catedrático emérito baenense recibió en el 2011 el título de Hijo Adoptivo y la Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba. Un galardón igualmente merecido con creces por su gran trayectoria unido a su gran contribución al empleo con la Cátedra Prasa de Empresa Familiar, verdadero motor económico de la provincia y del país. Y como dice en su libro Recuerdos de mi autoexilio: “La Cátedra ha sido lo que pretendí: unidad móvil de sufrimientos, de expectativas empresariales y de esperanzas individuales, porque, para mí, sus alumnos no son vulgares eslabones de una cadena vulnerable sino espíritus preocupados de su futuro y de su empresa familiar”.

Y dejando los jalones de su larga y extensa biografía debo agregar que siendo un joven imberbe tuve el privilegio de conocerlo sin conocerlo sirviéndole como vasallo durante varios años en las mágicas noches de plenilunio de verano en el corazón de la Costa del Sol. Hasta que un día, de igual modo que José Javier describe en su obra Córdoba en el Diván, en el que el narrador menciona que ha pasado cientos de veces por ese Puente Viejo, y que ya es su amigo. También me considero como el puente, que no conoció a la persona que pasaba por encima de “él” durante muchos años. Y tan solo alcanzó a conocerlo en su madurez, no obstante fue más que suficiente para enseñarme lo que ahora escribo y pasar a ser su discípulo, aunque no en igual medida y sabiduría, pero sí con la misma admiración y devoción que lo fue Aristóteles de Platón. Recuerdo con alborozo las disertaciones o coloquios, sentados en el legendario bar, de onomástica igual que la del insigne y prolífico pintor valenciano Sorolla, bajo la frondosa sombra de un árbol que impedía que los veraniegos rayos de sol penetraran sus entrelazadas ramas. Allí aprendí y comprendí algo más de éste insigne sabio que me recuerda mucho a Gustave Flaubert por su escrupulosa devoción a su arte y estilo, aunque eso sí, en José Javier el corazón es motor irrefutable de su impoluta pluma.
Propongo humildemente a las pertinentes autoridades tanto de Córdoba como de Baena, que a este genio y figura, a la altura a mi parecer del ilustre baenense don José Amador de los Ríos, se le dedique una calle o erija una estatua o busto de igual modo que a la del filósofo y médico Averroes enclavado en el corazón de la calle Cairuán o de la Muralla y eregido en perpetuo centinela desafiando al paso de los años frente a la vetusta puerta musulmana, ya sea fundida en bronce o cincelada con diestra mano como se hacía en la milenaria Iponuba. Con objeto de que el curioso viandante, ávido turista, escritor o vehemente historiador conozca un poco más quién fue este gran personaje e inmortalice con una foto su figura esparciéndola por todos los rincones del mundo.

Un viajero incansable que ha terminado con summa cum laude un ciclo de la vida y que comienza una nueva etapa de reflexión y soseguez y que ahora recibe un más que merecido descanso bien acompañado y de manera inseparable, como un bello cisne monógamo consagrado por Apolo, de su bella, culta y amable señora.

Un hombre que si leemos con detenimiento sus manuscritos encontramos la esencia de su corazón, como ya sabiamente decía Miguel De Cervantes Saavedra “La pluma es la lengua del alma”. Prueba de ello lo podemos comprobar en uno de sus tantos escritos:
“Curiosamente, esta mañana estando solo en la playa ante este plácido mar concluyo que el silencio que arroban las ondas del agua son especial protección contra la soledad y acompañan dulcemente a mis modos de pensar. Si miro al mar no hay fantasmas en sus orillas. Si dirijo la vista al cielo pienso que cuando muera me sentaré en un banco de estas mañaneras nieblas o en una silla de una nube de algodón a descansar”. (En Benalmádena, ante el mar)
Si algún día ocurriese, espero que se acerque todo lo posible a Matusalén. Y ten por seguro, amigo, que mientras mi corazón bombee y la tinta no se acabe de esta novel pluma que te escribe, te llevaré en el recuerdo per sempre, porque la vida se acaba pero no la de la verdadera amistad de dos amantes de la poesía. Y si es verdad que allí arriba hay una mejor vida, allí nos volveremos a ver como siempre, sentado sobre un robusto tronco perteneciente a un portentoso ombú o bellasombra, igual como el de nuestra querida Benalmádena. Como imagen tuya, si permaneciera solo en la tierra, me quedaría para el recuerdo con tu sonrisa sempiterna.

Un abrazo.

(*) TEXTO ESCRITO POR MARCOS ANTONIO LÓPEZ ZARAGOZA (EL ESCRITOR DE BENALMÁDENA) EN COLABORACIÓN CON “EL LICEO BLAS INFANTE” DE TORREMOLINOS Y “¿YO? ¡PRODUCTO ANDALUZ! SIENDO SU PRESIDENTE Y FUNDADOR DON BARTOLOMÉ FLORIDO, EN AGRADECIMIENTO POR LA ENCOMIABLE APORTACIÓN DEL CATEDRÁTICO EMÉRITO JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE TANTO EN EL ÁMBITO CULTURAL COMO EN EL ECONÓMICO HACIA LA PEQUEÑA Y MEDIANA EMPRESA FAMILIAR AUTÓCTONA EN BENEFICIO DEL PUEBLO ANDALUZ.

Foto: José Javier Rodríguez Alcaide, Miguel Párraga y Manuel Cuenca, en un acto organizado por el Grupo Cultural Amador de los Ríos en Baena.

Homenaje JJ Rdguez

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