ANTICIPO DEL NUEVO LIBRO DE MANUEL PIEDRAHITA

ANTICIPO DEL NUEVO LIBRO DE MANUEL PIEDRAHITA
Mañana jueves se presenta en la Diputación de Córdoba el nuevo libro de Manuel Piedrahita, a partir de las 20.00 horas. Lleva por título «El espíritu del olivo». Por gentileza de nuestro compañero del Grupo Amador de los Ríos, os anticipamos un capítulo.

EL AZ-ZAIT DE LOS ÁRABES
Se ha dicho que los árabes sólo eran felices allí donde florecía el olivo. El profeta Mahoma canta al olivo como un “árbol bendito” y según Abu Zacaria el olivo es un “árbol de bendición”. Los nombres del árbol en las diferentes lenguas de la cuenca mediterránea derivan de la palabra cretense “Elaiwa” y de la griega “Elaia”, transformándose más tarde en la palabra latina “Oleum”. La palabra hebrea “Zait”, al incorporarse a la lengua árabe dio lugar a la palabra “Az-Zait” que significa “jugo de la aceituna”. Para el Islam el olivo simboliza la presencia del Profeta: La universidad más antigua del Islam, en Túnez se llama “Al-Zitouna”.

Los árabes sostienen una curiosa teoría: el hombre, en un principio se encuentra encarnado en la región de la materia bruta. Luego se reencarna en la región de la materia vegetal. Esta teoría me sugiere algún que otro interrogante ligado a mi imaginación. Es una inclinación que siento hacia la tierra donde nací, tierra de olivos que me imagino la llevo en mis genes. Antes de ser humano se pudo ser materia vegetal. ¿Quizá olivo?

Durante los primeros siglos de la dominación islámica del valle del Guadalquivir ya se describe como zonas olivareras a Baena, Priego y Cabra Prosperó en todos esos pueblos el cultivo del olivo y yo me imagino que en sus almedinas y adarves se almacenaría el aceite de oliva en tinajas Son famosos los relatos de tiempos de Harem al Rashid , en especial “Las Mil y Una Noches”, donde se lee , en el célebre cuento Alí Bajá y los 40 ladrones, “escondidos en tinajas de aceite».

Los árabes no se sintieron extraños en esta zona mediterránea. El paisaje era muy similar y, también, el laboreo agrícola. Pero la felicidad a la que nos referíamos antes procedía, sobre todo, de la abundancia de agua. Les indujo a diseñar sistemas de riego que incluso ya aplicaron al olivar. Si a eso añadimos la mejor calidad de las tierras no debe extrañarnos que introdujesen en al-Andalus nuevos cultivos: naranjas, limones, sandías.

La fabricación artesana de tinajas era una industria muy extendida. Mi amigo Tito, alfarero de Úbeda, reza una oración que aprendió de su padre y ha trasladado a su hijo, mientras se cuece en el horno toda clase de objetos muy delicados hechos de barro. La invocación es para que no se rompan la piezas de alfarería, sometidas a la alta temperatura del fuego, es una salmodia cuyo origen se remonta a la Andalucía musulmana El invento del torno de alfarería tuvo lugar en la Baja Mesopotamia, primera mitad del cuarto milenio

El olivo nos proporciona con su fruto, alimento, salud y luz, que yo imagino en candelarias de su noble leña o en lamparillas de barro cocido, donde flota el aceite de oliva. Al visitar de noche la Mezquita Catedral, iluminada con focos eléctricos, me imaginé las mil arrobas de aceite que se quemaban anualmente para iluminarla de manera tan distinta a la actual. Según Desiderio Vaquerizo, en la obra antes citada, “Sabemos por algunos textos de la época que algunas mezquitas contaron con olivares propios para atender el sustento del imán, al mantenimiento del culto y de sus infraectruturas, y a sus propias necesidades de aceite para la iluminación”

Lo leemos en el Corán: “Alá es la luz de los cielos y la tierra. Su luz es a semejanza de una hornacina en la que haya una candileja. La candileja está en un recipiente de vidrio que parece un astro rutilante. Se enciende gracias a un árbol bendito, el olivo, cuyo aceite casi reluce aunque no lo toque el fuego. Luz de luz.”

La Mezquita-Catedral, iluminada con tecnología moderna, merece la pena visitarla.: Una voz pausada nos acompaña a través de los auriculares para que la vista y el oído capten a lo largo del recorrido por el bosque de columnas, el espíritu de la Mezquita. Es un sentimiento imposible de describir El ojo escudriña cada uno de los detalles iluminados. Capta la belleza, el arte, los textos coránicos. El oído recibe una explicación detallada. Con ambos sentidos sincronizados ahondamos en el alma de la Mezquita

Al llegar a la parte de la catedral cristiana surge el prejuicio polémico.¿ Por qué esta intromisión arquitectónica? .Según nos cuenta Jaime Ferrero, en parte autor del “Epistolario Español”, el escritor Rainier Maria Rilke visitó Córdoba del 1 al 3 de diciembre de 1912.y “ su primera visita debió de ser a la Mezquita donde siente un arrebato de entusiasmo islámico y, como reacción, se produce su ‘rabieta anticristiana’(…) Quizás podemos valorarlas, a lo sumo, como impresiones sinceras de un estado de ánimo pasajero”.En una carta dirigida a la princesa Marie von Thurn und Taxis, escribe Rilke:

“¡Esta Mezquita! pero es una pena, una tristeza, una vergüenza lo que han hecho con ella, esas iglesias enmarañadas en la trenza de su interior, dan ganas de pasarle un peine como a los nudos de una hermosa cabellera”

Reordenaba yo mi biblioteca que ya empieza a desbordarse con sus ramificaciones en Madrid, El Escorial y Baena, y reencontré un libro excelso: “Sillería del Coro de la Catedral de Córdoba”, de don José Martín Ribes. Un tesoro iconográfico con más de cuatrocientas fotografías hechas por el propio autor y que como escribió en el prologo mi amigo, Carlos Fernández Martos, “merece el asombro”. Posiblemente Rilke se hubiera asombrado, pero me temo que ni siquiera se adentró en el coro tan obsesionado como estaba por lo que “habían hecho…”.

Sí que le llamaron la atención los olivares cercanos a Ronda donde pasó una temporada: “El espectáculo de esta ciudad es indescriptible, y a su alrededor, un espacioso valle, con parcelas de cultivos, encinas y olivares”.

La zona cristiana de la Mezquita Catedral, y en especial el coro, resaltaba como nunca la noche de mi visita. Comprendí que cuando se decidió horadar el bosque de columnas para incrustar una catedral cristiana, se buscaron los mejores artífices. Por fortuna no fue un pastiche lo que resultó, sino una obra de arte arquitectónica en la que no podía faltar una sillería magistral.

Al llegar con el grupo de visitantes al coro me acordé del libro de don José Martín Ribes. Indagué y encontré lo que buscaba en aquella sillería, obra de arte de Pedro Duque Cornejo, un arquitecto de retablos, escultor e imaginero, nacido en 1678. Sillería que muchos llaman “Una Biblia Plástica” donde no podía faltar el espíritu del olivo.

En uno de los pequeños medallones de la sillería alta se puede apreciar el milagro o leyenda, “Eliseo multiplica prodigiosamente el aceite de la viuda” Es uno de los muchos milagros que se atribuyen al profeta Eliseo. Era labrador y Jehová lo eligió sucesor del profeta Elías. Su poder milagroso lo utilizó en obras de misericordia. La multiplicación de los panes y los peces es un milagro muy conocido obra de Jesucristo. No lo es tanto el de la multiplicación de aceite. Se puede leer en el Libro II de los Reyes, obra del profeta Eliseo:
“Una mujer viuda clamó a Eliseo diciendo ‘Tu siervo, mi marido ha muerto y bien sabes que era temeroso de Dios. Ahora un acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos y hacerlos esclavos’. Eliseo le dijo: ‘¿Qué tienes en tu casa?’ Ella le respondió: ‘Tu sierva sólo tiene en su casa nada mas que una vasija de aceite’. El le dijo: ‘Vete a pedir fuera a todos los vecinos vasijas vacías. Cuando vuelvas a tu casa cierra la puerta y echa en todas esas vasijas el aceite, y cuando estén llenas las pondrás aparte’. Así lo hizo; con ayuda de sus hijos que le iban dando las vasijas Ella las llenaba y las ponía aparte. Cuando estuvieron todas llenas fue a dar cuenta al hombre de Dios, que le dijo:’Vete a vender el aceite y paga la deuda, y de lo que te quede vive tú y tus hijos”.

En el medallón de la sillería se ve a la viuda que llena con aceite una gran vasija, vertiéndolo desde la suya muy pequeña. Eliseo aparece a su lado. Es muy buena obra de arte por la composición, por la indumentaria y por la expresión de ambas figuras.

Fotografía: Fragmento de un mosaico romano expuesto en el museo del Bardo (Túnez).

Adelanto libro Piedrahita

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