ARTÍCULOS DE SEMANA SANTA

MOISÉS Y LAS TABLAS DE LA LEY,
por José Javier Rodríguez Alcaide

Si Baena entera pudiera subir donde Moisés estuvo, bien al monte Horeb bien al de Torreparedones, para poder contemplar algo similar al cauce del Marbella o al valle del Guadajoz, jamás mis paisanos tendrían miedo al futuro. Creerían siempre en el desfile de ángeles y profetas que pasean, estos, sus atributos durante los viernes santos de la semana santa de Baena.

Viniendo de Egipto con su cayado consiguió Moisés que la roca golpeada se volviera manantial, mucho antes de alcanzar a ver su final, casi al lado de Canaán. Si los de Baena pudiéramos estar con el viejo Moisés vislumbraríamos un hermoso paisaje de olivos y no se nos negaría nuestro Canaán.

El patriarca desfila con las tablas de la Ley, mostradas abiertas en su antebrazo izquierdo. Viste túnica verde y manto carmesí que cubre todo su cuerpo, excepto el brazo izquierdo, y en su mano derecha lleva el cayado de la salvación de su pueblo. Moisés tuvo de nuevo que volver a labrar dos tablas de piedra. Dijole Yahveh a Moisés:
«Prepárate para subir mañana al monte Sinaí. Allí en la cumbre te presentarás a mí. Que nadie contigo suba y aparezca nadie en el monte .Yo escribiré en las tablas que había en las primeras que rompiste».

Esas palabras obligaban a derribar estelas, emblemas de la divina masculinidad, y cipos, emblemas de la divina feminidad. De modo resumido Yahveh le dijo a Moisés así:
1.- No te harás dioses de fundición
2.-Guardarás la fiesta de los Azimos
3.-No te presentarás ante mi con las manos vacías
4.-Seis días trabajarás; el séptimo descansarás, holgares en tiempo de siembra y siega.
5.-Celebrarás la fiesta de las primicias del trigo y de la recolección cuando termine el año.

Estos mandamientos no nos debieran parecer extraños ni lejanos, cuando marcha Moisés por las calles de Baena porque las tablas que porta son nuestro rescate. Desfilando ante nosotros con su rostro reluciente, aunque desconcertante, nos muestra en las tablas la Infinitud. Esas palabras en las piedras caídas con descuido, una vez inhaladas nos alejan de la Desesperación. Ese pétreo libro de solo dos páginas es la mejor fragata para por estos mundos poder navegar. Cada una de esas páginas son como corceles para esta nuestra larga travesía, tan dura como la que Moisés sufrió desde Egipto a la tierra prometida que nunca llegó a ver. No nos van a pedir peaje. Las tablas que enseña en Baena Moisés nos dicen que no trabajemos por la paja para conseguir el trigo, pues Quien en Sinaí escribió aquel mensaje es generoso amigo.

Moises

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