BAENA, CUNA DE UN PRECURSOR Y UN EPÍGONO DE GÓNGORA

BAENA, CUNA DE UN PRECURSOR Y UN EPÍGONO DE GÓNGORA
El profesor y director del Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena, Jesús L. Serrano Reyes, ha disertado hoy en la Casa de la Cultura sobre la importancia de dos poetas baenenses, uno de los cuales fue precursor de Luis de Góngora (Luis Carrillo y Sotomayor) y otro, Miguel Colodrero de Villalobos, que fue un epígono de la obra del destacado poeta cordobés. Serrano Reyes ha introducido la proyección de la película de Miguel Ángel Entrenas “Góngora. Brillante oscuridad”, en un acto organizado por el Grupo Cultural Amador de los Ríos y el Centro de Documentación Juan Alfonso de Baena.

Incluimos, a continuación, un texto inédito de Jesús L. Serrano Reyes sobre la relación entre los dos poetas baenenses y Luis de Góngora.

BAENA, CUNA DE UN PRECURSOR Y UN EPÍGONO DE GÓNGORA

Jesús L. Serrano Reyes
El marco histórico que envuelve la vida (1561-1627) y obra de Góngora está delimitado por el reinado de tres reyes: Felipe II, Felipe III, y Felipe IV. Durante todo este periodo de tiempo los efectos de la Reforma Protestaste y la Contrarreforma Católica, con el Concilio de Trento (1562) como jalón histórico determinante, incidieron de forma decisiva en España. El clero era una clase privilegiada que sirvió como vía de ascenso social a muchos ciudadanos. Luis de Góngora tomó órdenes menores (1585) y fue canónigo beneficiado de la catedral de Córdoba.

El poeta cordobés nació el mismo año en que Felipe II convirtió Madrid en capital del reino. Estaba estudiando en Salamanca cuando Portugal se integró en la corona española (1580). Posiblemente, fuera testigo de cómo numerosos moriscos expulsados del Reino de Granada, tras la sublevación de las Alpujarras (1568-70), llegaban a Córdoba, algunos se instalarían cerca de la calle Tomás Conde, 9 (antigua calle de Las Pavas), donde nació el poeta.

La situación económica de España fue degenerándose de forma progresiva durante estos tres reinados: tres bancarrotas en tiempos de Felipe II, que quintuplicó la deuda nacional que él heredó (20 millones de ducados), además de una recesión económica europea, que cogió a España con unos gastos motivados por asuntos exteriores que no podía soportar (guerras con Francia, Flandes, etc.). Tres reinados con la economía en declive.

Luis de Góngora, junto a Cervantes (quien ya lo mencionaba en su Galatea (1585) y en Viaje al Parnaso (1614) como poeta famoso en su tiempo) pueden considerarse los dos escritores más influyentes y trascendentes en lengua española. Dominó el lenguaje para ponerlo al servicio de la belleza, con ingenio y maestría, sin olvidar la ironía y la jocosidad. Fue un genio de raíces grecolatinas, cuyas ramas pervivirán mientras sea la luz la que alumbre (dé a luz) el lenguaje poético.

Baena cuenta con dos poetas, nacidos en su tierra, que están muy relacionados con Góngora: Luis Carrillo y Sotomayor (ca. 1585- 1610) y Miguel Colodrero de Villalobos (ca. 1600- 1660).

La primera edición de las obras de Carrillo la realiza su hermanastro Alonso en 1611, y la segunda en 1613. Previamente, en 1607, Carrillo ya tenía escrito el Libro de la erudición poética, un tratado donde refleja algunos de los cánones más característicos de la estética barroca.

Cuando Dámaso Alonso edita las Poesías completas del poeta baenense, en 1936, comienza su edición con estas palabras: “Pocos escritores más olvidados que Don Luis Carrillo y Sotomayor. Cierto que se le recuerda en las discusiones sobre los orígenes del gongorismo. Pero, ¿cuántos españoles, aun de los aficionados a la poesía, han leído su obra?” Y llega a afirmar: “Y si la muerte no hubiera arrebatado su delicada finísima mocedad, hubiera sido uno de los mayores de nuestra lengua”.

Hay autores, como Justo García Soriano (1), que defienden la inequívoca influencia de Carrillo en Góngora, especialmente de su Fábula de Acis y Galatea en la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora, pero Dámaso Alonso y José María de Cossío disiparon la importancia de esa influencia rebatiendo lo exagerado de los postulados de García Soriano. En esa dirección han remado las dos editoras más modernas de la obra de Carrillo: Angelina Costa Palacios y Rosa Navarro. Ahora bien, el papel de pionero del culteranismo de Carrillo está, en mi opinión, fuera de toda duda. La obra de Carrillo, casi con toda seguridad fue leída por Góngora, y su lectura prendió en él cierta luz en el camino de su brillante oscuridad. ¿Cuánta? Haría falta un estudio amplio (histórico y literario), mucho más profundo que el hecho hasta ahora, para determinarlo. Que Luis Carrillo y Sotomayor fue el pionero más importante del culteranismo lo veía ya en su época Gracián, quien en su Agudeza y arte de ingenio (1669), llamó al poeta baenense “el primer culto de España”. ¿Lo diría de manera gratuita? No.

Ya en el siglo XVII también se opinaba sobre la influencia de Carrillo en Góngora. En concreto en el Ms. 3726 de la Biblioteca Nacional, donde se recopilan varias obras, entre las cuales están la Fábula de Acis y Galatea y la Fábula de Polifemo y Galatea, se dice: “Fábula de Acis y Galatea. Por Don Luis Carrillo dirigida al Conde de Niebla Don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, la cual según el juicio de algunos que lo tienen bueno han juzgado que dio motivo a D. L. de Góngora para hacer en la misma matª y en mismo poema la obra que tituló Polifemo, por haber salido la de D. L. Carrillo primero, o se llevaron poco tiempo. Pónese aquí por merecerlo la obra que es buena y de buen autor”.

En el llamado “Manuscrito Chacón”, algo único en la historia de la literatura europea: un manuscrito con todas las obras de Góngora recopiladas por su amigo Chacón, con las correcciones que el propio Góngora le fue haciendo (1619-1628), dice en su introducción: “En los mayores años o auisado de los assumptos, o escrupuloso del estilo menos graue en obras tan celebradas, no sin generosa vergüença de algún amigo de menor edad (confesó él) se empleó a la grandeza del POLIPHEMO i SOLEDADES, i otros más breues poemas que enseñará esta estampa”. No sólo yo opino que el “amigo de menor edad” pudo ser Luis Carrillo (2).

Si los escritos de Góngora circulaban en copias manuscritas en su época, lo mismo debió ocurrir con la obra de Carrillo, del Hábito de Santiago, comendador de la Fuente del Maestre, cuatralbo de galeras de España, cuyo padre fue nada más y nada menos que presidente de los consejos de Hacienda e Indias con Felipe III.

Góngora nombra a Fernando Carrillo, padre del poeta, casado con la baenense Francisca Fajardo, en algunas cartas dirigidas a su amigo Francisco del Corral (3). Que ambos tuvieran alguna relación por ser de Córdoba, por la posición de Carrillo en la corte y las necesidades económicas de Góngora puede resultar especulativo. No lo es que los dos estudiaron en Salamanca y pertenecían a la misma Cofradía de Estudiantes Andaluces. Lo avala un documento que recoge sus firmas al contratar el servicio de unos arrieros para los viajes (1581) (4). Difícil pensar que no se conocieran. Sobre la fluidez, la continuidad e intensidad del trato hacen falta documentos que lo reflejen.

Fernando Carrillo murió el 23 de abril de 1622 y fue enterrado en la Capilla de la Conversión de San Pablo en la Mezquita-Catedral de Córdoba, donde también sería enterrado su hijo Luis Carrillo, muerte antes de los 27 años. Góngora sería enterrado en la Capilla de San Bartolomé, propiedad de los Fernández de Córdoba, también en la Mezquita-Catedral.

La relación más explícita con los Fernández de Córdoba nos viene dada por la defensa que hace el Abad de Rute, Francisco Fernández de Córdoba, tío del VI duque de Sessa, Luis Fernández de Córdoba, protector de Miguel Colodrero Villalobos, y también de Lope de Vega, a quien le daría una prestamera en Alcoba.

Queda por investigar más a fondo la relación personal de Góngora con los Carrillo y con los Fernández de Córdoba, además de la conexión de la familia Góngora con Baena, donde en 1612 el corregidor se llamaba Pedro de Góngora.

Si Luis Carrillo de Sotomayor fue desbrozando el camino del cultismo en la poesía y se puede considerar un precursor de Góngora, Miguel Colodrero de Villalobos fue un “gongorino de tomo y lomo” (5), según lo califica Julio Cejador y Frauca. Más despectivamente aún lo trata Marcelino Menéndez Pelayo (“culterano furibundo”). Para un juicio más equilibrado habría que valorar la obra de este poeta baenense en su totalidad, y no sólo Varias Rimas (1629) que destila gongorismo a raudales, incluyendo un soneto “A don Luis de Góngora en alabanza a su Polifemo y Soledades”.

Bueno sería editar una antología que recopilara lo más interesante de la poesía que Colodrero tiene en sus cuatro obras. En la web www.juanalfonsodebaena.org en el menú “Baena”, “Personajes” hay algunos poemas que hacen alusión a Baena, así como en el apartado de eBooks.

El buen hacer del director de cine Miguel Ángel Entrenas con el estreno en Baena de su película Góngora, brillante oscuridad, nos ha permitido disfrutar en nuestra localidad de una recreación extraordinaria de la vida del inmortal cordobés. Tras ver la obra de Entrenas, nos alumbra el deseo de que en lugar de cuarenta y cinco minutos debiera haber rodado un largometraje.

NOTAS
1. “Luis Carrillo y Sotomayor y los orígenes del culteranismo”, BRAE 13 (1926): 591-629.
2. Véase Carlos M. Gutiérrez, La espada, el rayo y la pluma. Quevedo y los campos literario y de poder, Purdue University, 2005, pp. 91-92 y nota 33 en p. 289.
3. Semanario Pintoresco Español, 1854, pág. 354.
4. Ricardo Espinosa Maeso, “Nuevos datos biográficos de Góngora”, Revista de Filología Española, 1962, págs. 57-87
5. Historia de la lengua y literatura castellana (Época de Felipe IV o de Lope y Calderón), Madrid, Tip. de la “Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1916, tomo V, p. 93.

Precursor Gongora

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