ANECDOTARIO BAENENSE (III), por Francisco Expósito

Y llegamos al final de esta serie sobre el anecdotario baenense que hemos venido publicando en el periódico ‘Cancionero’ en los últimos tres meses. Las curiosidades y sorprendentes acontecimientos del siglo XX darían para muchas páginas. Realidades que se convirtieron en debate en medios de comunicación nacional, como cuando se localizó a un baenense desaparecido durante 14 años, o anécdotas como la que recogió el Diario Córdoba al publicar que la web del PSOE de Baena decía que la localidad estaba en Jaén. Seguimos inmersos, pese al paso de las décadas, en diferencias entre empresas aceiteras que no son capaces de unirse frente a la concentración que sí se produce en la mayoría de municipios.

En las próximas líneas se abordarán comportamientos de los baenenses, curiosidades que permanecen en artículos publicados en los periódicos locales y provinciales, aspectos sociales que se produjeron durante el siglo XX y en fechas más recientes. Uno de esos artículos, cuando menos curioso, se publicó el 18 de febrero de 1936 en El Defensor de Córdoba tras las elecciones que dieron el triunfo a la candidatura de izquierdas. Menuda reacción se produjo entre señoras y señoritas vinculadas a la derecha de la localidad al enterarse que, por la apatía de sus maridos o familiares al no acudir a votar, fueron derrotados los conservadores. Se personaron en el Casino y, como cuenta el corresponsal del periódico cordobés dirigido por el baenense Daniel Aguilera, nadie escapó a la bronca: “Al conocerse el resultado adverso de la votación, un nutrido grupo de señoras y señoritas, que son las que más han trabajado en las elecciones, irrumpieron en los salones del Casino de Baena y con palabras de justa indignación, sin poder reprimir las lágrimas, reprocharon a los señores que llenaban el Casino su falta de entereza para defender la causa del orden, pues en lugar de acudir a los lugares de la lucha, en lugar de trabajar por España, se contentan con tomar café y bicarbonato en los sillones de la tertulia”. ¿Qué dijeron los señores? Nada, se quedaron de pie y escucharon las “justas frases de las dignas mujeres de Baena”. Solo votó el 60% del censo y, además, las izquierdas se organizaron y recogieron votantes hasta última hora.

En esos años la crispación política no sabía de mesura en Baena, pero tampoco en el resto del país. Lo que hoy pudiera parecer un desproporcionado artículo de opinión contra un colectivo concreto, entonces era habitual. Durante el año 1931 coincidieron dos periódicos muy politizados en Baena, uno conservador (Todos) y otro vinculado a la Agrupación Socialista (La Defensa). Precisamente, en este último localizamos un artículo que dirigía, sin contemplaciones, sus críticas contra los señoritos del pueblo. El texto comenzaba así: “Entre la fauna de parásitos que para su devoción y defensa fomentó la monarquía que hemos venido padeciendo figura uno que por sus conocidos hábitos de dominio, incultura acreditada, cerril comportamiento y manifiesta inclinación a vivir del trabajo ajeno, constituye un serio y constante peligro para la República en los medios rurales. Nos referimos a esa turba de holgazanes de profesión que todos conocemos y podemos designar bajo el concepto de “señoritos de pueblo”. Ante este inicio se puede imaginar lo que viene después. Se habla del señorito como “descendiente de caciques” o de “forajido vestido de señor”. Ese periódico fue dirigido por Antonio de los Ríos, alcalde durante la Segunda República en dos ocasiones, y en sus primeros números también figuraron como redactores Manuel Piedrahita Ruiz y Juan Castañeda.

(CONTINÚA EN CANCIONERO)

Nota: Imagen publicada en la revista ‘Tambor’ del antiguo mercado de abastos y ahora Teatro Liceo.

Revista Tambor a

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